La revancha histórica

El jueves 17 de junio fue un día tan largo como histórico. No hubo otro tema de conversación en todo el territorio argentino y dentro del mundo futbolístico aparte de la revancha entre River y Boca. Millones de personas estaban paralizadas y expectantes como nunca antes.
Desde temprano, y ante el temor de que se generaran disturbios o hechos de violencia, los integrantes de “Los Borrachos del Tablón”, como se conoce a la barra brava de River, montó un “operativo” en los alrededores del Monumental para que hinchas de Boca no se infiltraran en las tribunas. Hubo algunas peleas menores y corridas en la avenida del Libertador a raíz de la presencia de los infaltables “punguistas” y nada más.
En los minutos previos al comienzo del partido hubo demoras para ingresar al estadio por la gran cantidad de gente y porque los accesos al mismo estaban casi todos cortados. El mayor embotellamiento de personas ocurrió en las puertas J, K y L de la tribuna Centenario, la que habitualmente ocupan los hinchas visitantes. También hubo asistentes que llegaron a la zona sin entrada, algo que supuestamente no debería haber ocurrido ya que los controles de seguridad no iban a permitir dejar pasar a nadie que no mostrara su ticket.
En ese contexto se produjeron algunas avalanchas que provocaron que dos personas fueran llevadas por las ambulancias a hospitales locales para que sean asistidas, una por un ataque de asma y una joven con principio de desmayo.
También hubo reventa y los controles privados detectaron entradas falsas, hechos que no eran más que una parte de la realidad del fútbol argentino y no exclusivo de este partido. En las puertas de la cancha se ofrecían entradas generales por 50 pesos y plateas por 300 pesos, entre tres y cinco veces el valor real de las mismas.
Sin embargo, estos hechos lamentablemente comunes fueron motivos suficientes para la excesiva presencia policial y la participación en el control del juez Mariano Bergés.
En tanto, el ómnibus que trasladó al equipo de Boca hasta el estadio en Núñez lo hizo con una importante custodia y muy temprano. Así, llegó al Monumental sin inconvenientes y a las 19.10 los jugadores visitantes reconocieron el campo de juego.
Como era de esperarse, cuando el plantel boquense salió a hacer el reconocimiento del campo de juego y tuvo que soportar una estruendosa silbatina que Barijho respondió llevándose las manos a las orejas simulando querer escuchar más fuerte.
Fue una clara una provocación que, si bien era responsabilidad de Barijho, se trató de una muestra de la indefensión que debían soportar de los jugadores de Boca, la misma que habían sufrido los millonarios una semana antes en la Bombonera.
El Monumental estaba que explotaba. "No estaba tan llena desde la Supercopa 97", remarcaban los hinchas millonarios al evocar aquel 2-1 ante el San Pablo de Brasil. Fue muy difícil hallar a alguien que no tuviera una bandera o camiseta en blanco y rojo.
El primer estruendo de la noche fue cuando aparecieron en los palcos ex figuras de River como Hernán Crespo, Javier Saviola, Andrés D’Alessandro, Juan Pablo Sorín y Martín Demichelis. Luego vino el recibimiento a los dirigidos por Astrada –Maxi López fue uno de los más aplaudidos- y el saludo de los jugadores de Boca que levantaron sus brazos como de costumbre para saludar a su hinchada que esta vez no estuvo presente por una decisión política.