II

El sol empezaba a filtrarse por la densa vegetación que rodeaba, y sobre todo custodiaba, el campamento ubicado en la playa, cerca del mar. Ya era de mañana, por lo que había pasado un día entero desde que Agustín y Sergio habían volado en el helicóptero de Francisco desde la isla hacia el barco carguero anclado a unos 130 kilómetros de la costa. Javier, quien tomaba casi todas las decisiones de los que ocupaban el campamento, había intentado obtener respuestas de parte de Carla pero fue en vano. Daniel, por su parte, tomaba agua de desayuno y trataba de seguir el juego de la mujer, con quien había llegado a aquella misteriosa balsa de piedra a buscar sobrevivientes.
- Ya pasó un día desde que se fueron ¿Por qué no sabemos nada de ellos?- preguntó Javier mientras trataba de hacer funcionar el maldito teléfono satelital con el que pretendía comunicarse con el barco.
- Te lo vengo diciendo desde anoche: ¡No sé!- respondió Carla - Escuchaste lo mismo que yo cuando llamamos al barco, ¿qué te hace pensar que puedo saber algo más?
- Porque no estás preocupada- intervino Julieta, quien siempre respaldaba el liderazgo de Javi.
- ¿Cómo?- dijo Carla.
- Tu barco está pocas millas náuticas de la costa ¿Cuánto podría haberles tomado en llegar? ¿Veinte minutos? Así que, ¿por qué no estás preocupada?
- ¿Debería juntar mis manos y rezar por el barco?- ironizó la pelirroja de ojos celestes que ahora se clavaban en la mirada firme de Julieta.
La tensión era cada vez más evidente entre aquellas dos mujeres de la ciencia, por lo que Daniel intercedió para calmar los ánimos.
- Vamos… Tal vez deberíamos decirles- propuso él.
- ¿Decirnos qué?- preguntó Javi, nervioso y enojado, al tiempo que caminó apurado los pasos que lo separaban de aquel científico que seguía vistiendo un desubicado pantalón de vestir, camisa y corbata, y zapatos que se hundía en la arena.
- No confundas a nadie… - dijo Carla a su amigo.
- Bueno… Daniel, si hablás lento podremos entenderte- sugirió una sarcástica Julieta.
Todos quedaron en silencio por unos instantes y las miradas se posaron sobre Daniel, quien, acorralado, no tuvo más remedio que decirles a sus nuevos amigos lo que estaba pasando.
- La percepción que tienen del tiempo que sus amigos han estado fuera no es necesariamente cuánto tiempo hayan estado realmente fuera.
- ¿Qué significa eso?- preguntó Javi confundido.
- Esto es un error- dijo Carla a Daniel, quien se tomó el rostro, rascándose la barba, en busca de respuestas más acordes a lo que esperaba Jack.
- Estarán bien, estarán bien. Si Francis sigue la ruta que le dije, estarán bien- aseguró el científico.
- ¿Y qué pasa si no?- inquirió el líder.
- Entonces habrá efectos secundarios.