Infiltrados

Más allá de las opiniones, lo cierto es que apenas se conocieron las medidas de seguridad, sin precedentes, para los partidos, los hinchas de uno y otro equipo empezaron a idear la manera de “colarse” en los estadios de sus archirivales.
A través de los medios de comunicación empezó un interminable desfile de hinchas comunes y corrientes que explicaban todo tipo de estrategia para poder conseguir una entrada. No quedaban dudas de que fuera como fuere, iba a haber, tanto en la Bombonera como en el Monumental, hinchas del equipo visitante. Entonces, ¿qué era más peligroso? ¿Ordenar a una parcialidad numerosa a la hora de entrar y salir de la tribuna? ¿O rogar que un puñado de audaces no se enfrente con decenas de miles de hinchas rivales en lo que podía convertirse en una tragedia?
A un día del primero de los choques se arribó a esta situación sin una salida coherente y posible, y las autoridades demostraban que ya no tenían argumentos para respaldar sus medidas.
"Es imposible determinar a los infiltrados y prohibirle la entrada, pero estamos preparados para afrontar pequeños focos de conflictos. Pero no puede haber más de 100 colados", aseguraron desde el Prosef.
Lamentablemente, a estas alturas no había forma de evitar irregularidades ya que el sistema de venta de entradas no distinguía el color de la camiseta que se llevaba dentro del corazón. Bastaba llevar a la vista una credencial de socio para obtener el ingreso. En Boca, se vendía un adicional por carnet. Hubo gente que llegó con varios en la mano y se llevó las localidades correspondientes. Y en River cada afiliado podía conseguir dos entradas, una para él y otra para un invitado.
¿Quién estaba en condiciones de asegurar que aquella persona con más de una entrada no entregaría alguna a un hincha del equipo rival amigo suyo?
El lunes 7 de junio fue el último día de inscripción para socios de Boca y se afiliaron 420 personas. Entre ellas, se detectaron famosos revendedores que fueron rechazados. A River llegaron muchos hinchas portando carnets falsos.
Hubo también pedidos insólitos: para la revancha: se reclamaron 8 mil entradas desde distintas agencias de turismo, una solicitud que fue descartada por los dirigentes de River.
"No te creas que estaremos tan solos; algún infiltrado habrá en la Boca", confesó Cavenaghi a un periodista, después del entrenamiento del martes 8.
Más claro; imposible.