El imputado admitió que no revisó las heridas de los cuerpos porque le daba << impresión>> y contó que su tarea en aquel lugar fue buscar dónde había impactado el proyectil del arma calibre .45 que, según la versión de los marinos, Pujadas le había arrebatado a Sosa.
Y en cuanto al resto de su declaración, Bautista se remitió a su informe elaborado 36 años antes. Recién en 2012, cuando se realizó el debate oral, el imputado, con 87 años y ayudado por un bastón, realizó un nuevo aporte a la causa al participar de la inspección ocular que se llevó a cabo en el lugar de la masacre.
Fuente: La pasión según Trelew, de Tomás Eloy Martínez.