El crimen del militante XXVIII

Al finalizar el alegato de la Fiscalía, comenzaron a exponer los defensores, el primero de ellos, Froment, abogado de Pedraza, quien reclamó la absolución del acusado por considerar que “no se ha aportado prueba contundente alguna” contra el ex líder del gremio de los ferroviarios y que “todas las acusaciones contra él fueron basadas en suposiciones”.[1]

Para el defensor, Pedraza fue “un objetivo político y económico” del PO ya que el acusado “es un viejo dirigente sindical” y “la única forma de sacarlo era con una situación como ésta”.

Froment sostuvo que se trató de una “causa armada” por la Justicia en al etapa de Instrucción, al tiempo que defendió las cooperativas al señalar que éstas “fueron creadas para emplear a ferroviarios desempleados durante la etapa de privatizaciones”.

Y, por último, el abogado aseguró que “el poder político de la UF no estaba sostenido por la exclusión de los tercerizados”. [2]

A su turno, el martes 5 de marzo, alegaron los defensores de Fernández y Sánchez, que solicitaron la absolución de ambos imputados.

Alejandro Freeland, abogado de Fernández, consideró que la acusación de su defendido se trata de “un relato desmesurado, infundado y ficcional”, dijo que no se sabe quién mató a Ferreyra y baleó a los otros tres militantes y también describió al grupo que se manifestó a favor de los mercerizados como “agresivo” y decidido a “confrontar”.[3]

Sobre los llamados entre Fernández y el acusado Díaz, en tanto, Freeland explicó que “hablaban de fútbol, porque uno es de Independiente y el otro de Racing”.[4]

Por su parte, Gustavo D´Elia, defensor de Sánchez, sostuvo que se “desmorona” la hipótesis de que hubo “un plan criminal” que planteó al Ministerio Público Fiscal cuando la Fiscalía decidió no acusar a Uño y Pérez, y afirmó que el testigo protegido Carlos Díaz que complicó a su defendido era, en realidad, “un arrepentido”. [5]

Mientras que en la audiencia del viernes 8, Mario Frenzel y Claudio Armando, los defensores de los acusados Díaz y Pipitó, respectivamente, también pidieron que ambos sean absueltos.

Frenzel señaló que la movilización a favor de los mercerizados, “acompañada de una militancia constante” y el “activismo periodístico” hicieron que “la hipótesis del complot de la burocracia sindical fuera receptada sin ninguna oposición”, y que “la omisión del Estado” fue “la causa principal” del crimen de Ferreyra.[6]

Sobre cómo ocurrieron los hechos, este defensor también sostuvo, al igual que los abogados del resto de los acusados, la versión de la “riña”.

A su turno, Armando negó todos los cargos que pesaban sobre Pipitó y dijo que el equipo periodístico de C5N tenía "problemas emocionales" y buscó "quince minutos de fama”.[7]

El martes 12, realizó su alegato la defensora de Favale, María Florencia Hegglin, quien pidió la absolución del imputado al asegurar “toda la acusación se basa en prueba testimonial”.[8]

“No hay imágenes de Favale disparando”, afirmó la letrada que cuestionó los testigos que complicaron a su defendido ya que consideró que “desde el comienzo de la causa se instaló a Favale como el tirador”. [9]

El jueves de la misma semana alegaron los defensores de los acusados Alcorcel, González y Pérez que, al igual que los abogados de los otros imputados, pidieron la absolución.

Las letradas Sandra Arce y Ana Piñones dijeron que no existían pruebas en contra de Alcorcel, que ninguno de los imputados era el asesino de Ferreyra y que la causa se trataba de un "plan ideado luego de cometido el crimen porque "necesitaban un pez gordo, pero para eso antes tenían que pasar por un cardúmen de pececitos". [10]

Por su parte, Daniela Grisetti, defensora de González, negó que el acusado haya amenazado a los periodistas de C5N para que dejaran de filmar los hechos ocurridos el 20 de octubre de 2010.

Mientras que el abogado de Pérez, Mario Laporta, trató de refutar los dichos del testigo, José Sotelo, quien comprometió a su defendido.

El viernes 15, alegaron los abogados Oscar Igounet y Cintia Maio, defensores de Uño, quienes sostuvieron la inocencia del acusado; y los letrados Raúl Bednarz y Pablo Karklins, representantes del imputado Mansilla, que señalaron que no hubo abandono de persona y que la policía "hizo lo que tenía que hacer".

Luego, en la jornada del martes 19, Carlos Ignacio Ríos y Alexia Federica Dimiropoulos, defensores del policía Ferreyra, dijeron compartir con la acusación del PO que el hecho ventilado en el debate se trató de "un crimen político" pero sostuvieron que el lineamiento del supuesto "plan criminal" fue "oscuro" y que debió ser mejor precisado.

También señalaron que ambos acusados "ignoraban los intereses laborales y económicos que estaban detrás de este conflicto" y negaron que hayan cometido abandono de persona ya que los manifestantes eran "jóvenes", tenían "palos y gomeras" y, por ende, no se hallaban en un "estado de indefensión". [11]

En base a lo expuesto, los letrados solicitaron la absolución del acusado.

Por su parte, el letrado Hilario Lagos, defensor del subcomisario Echavarría, también reclamó la absolución, habló del "desconocimiento" que había en la DGO sobre lo que realmente ocurría en Barracas y se quejó de que la "política" entró al caso. [12]

El jueves de la misma semana comenzó su alegato la defensa de Garay, a cargo del abogado Mariano Maciel, quien culminó al día siguiente junto a las de los letrados Jorge Luis Del Valle Alvarez Berlanda y Valeria Corbacho, letrados de los acusados Conti y Villaba, y todos solicitaron la absolución.

Por último, el martes 26 de marzo concluyó la etapa de alegatos con la exposición de la defensa del policía Lompizano que sostuvo que el acusado no tuvo ninguna relación con los hechos y que "nada hacía suponer" lo que ocurriría minutos después de las 13.30 de aquel el 20 de octubre de 2010, "ni la presencia de ferroviarios, ni el primer enfrentamiento".[13]


El crimen del militante XXVII

El martes 26 de febrero comenzó el alegato de la fiscal María Luz Jalbert, quien, por decisión de la Procuración General, estuvo acompañada por sus colegas Carlos Gamallo y Mariano Domínguez.

Según Jalbert, quedó “plenamente acreditado” que el acusado “Pedraza como secretario general de la UF ordenó y consecuentemente determinó a Juan Carlos Fernández, secretario administrativo, para que el 20 de octubre de 2010 se convocara a trabajadores de la línea Roca a la estación Avellaneda y echaran con todo lo necesario, incluso el uso de armas de fuego, a los empleados mercerizados”.[1]

Y continuó: “En función de lo ordenado por Pedraza, Fernández ordenó y destinó a Pablo Díaz, secretario de la comisión reclamos de la UF, para que cumpliera la orden, quedando a su cargo los detalles del plan. Esa orden se cumplió”.[2]

“En Luján y las vías (en el barrio porteño de Barracas), Díaz ordenó el avance de todos para que con la cobertura del grupo a su mando los imputados Favale y Sánchez y otro dispararan contra los manifestantes. Cumpliendo lo acordado con Díaz, concluyeron el plan disparando conjunta y simultáneamente”, agregó la fiscal.[3]

De acuerdo a la reconstrucción de Jalbert, “el imputado Favale desde el medio de la calzada y Sánchez, parapetado entre un árbol y un automóvil, y al menos un tercer individuo que no ha podido ser individualizado comenzaron a realizar disparos de armas de fuego hacia los manifestantes, un disparo alcanzó y se llevó la vida de Mariano Ferreyra”.[4]

La fiscal concluyó que, además, los imputados Pedraza y Fernández “mantuvieron contacto permanente con Díaz en el lugar de los hechos” y fueron informados “en todo momento de lo que estaba ocurriendo” mientras se encontraban en la sede de la Unión Ferroviaria.

En tanto, Jalbert consideró que los acusados Uño y Pérez habían recibido el arma supuestamente utilizada por Favale, en lo que consideró un hecho de “encubrimiento” y no de participación en el “homicidio agravado” de Ferreyra, por lo sostuvo que la fiscalía no tenía interés punitorio en ambos casos.

Ante esa situación, los defensores de los dos acusados reclamaron la inmediata liberación de ambos, a lo que el Tribunal accedió.

Finalmente, en la audiencia del viernes 1 de marzo, la fiscal Jalbert pidió que Pedraza y Fernández fueran condenados a prisión perpetua como “instigadores” del “homicidio agravado” del militante del PO y de las tentativas en perjuicio de los otros tres compañeros del joven asesinado.

Por el mismo delito, pero en calidad de “coautores”, la fiscalía reclamó la misma pena para Díaz, Sánchez y Favale; en tanto que solicitó 10 años de prisión para Alcorcel al considerarlo un “partícipe secundario”.

En el caso de los ferroviarios González y Pipito, Jalbert pidió 9 años de prisión al entender que actuaron como “partícipes primarios” del homicidio pero en grado simple, no agravado.

Respecto de los policías acusados, la fiscalía entendió que Lompizano, Mansilla, Echavarría, Ferreyra, Garay y Conti “no hicieron nada” a pesar de que conocían “la existencia y el tenor del conflicto entre los ferroviarios y los mercerizados” y que tuvieron la posibilidad de “tomar medidas que evitaran la exposición al peligro de la vida e integridad física de las personas indefensas”.[5]

El Ministerio Público Fiscal acusó a los efectivos del delito de “abandono de persona” y requirió una pena de 10 años para Lompizano y Mansilla; nueve para Ferreyra; ocho para Echavarría y siete para Conti y Garay; mientras que decidió no imputar a Villalba.