Deportes en el recuerdo - Parte XIX


Decimonovena fecha

El campeón ya se había consagrado y los dos descensos estaban definidos, por lo que en esta última fecha sólo restaba saber qué equipo iba a acompañar a River a la Copa Libertadores. El que más posibilidades tenía de lograrlo era Independiente que con un triunfo y el subcampeonato entraba directo al certamen internacional. Mientras que Newell´s, Cólon y Vélez debían ganar y esperar que los otros no lo hicieran, y así lograr el subcampeonato para enfrentar al Rojo, que había salido segundo en el torneo anterior.

Independiente visitaba a River en un Monumental repleto y preparado para la gran fiesta. En Núñez, la noche empezó con todo y terminó con todo: primero se llevó a cabo la entrega del trofeo a los campeones y los fuegos artificiales, y al final la tan merecida vuelta olímpica.

En el medio hubo un partido que sólo le importó al visitante que salió a jugar con muchas ganas y eso marcó la diferencia en el comienzo. El equipo de Gareca tuvo decisión y buscó siempre el arco rival, mientras que el Millonario quería dar espectáculo y colocarle un moño a cada jugada, muy relajado. El Rojo dependía demasiado de lo que podía hacer Burruchaga quien buscaba siempre al “Avión” Ramírez que sorprendía con sus subidas por el lateral izquierdo. Desde ese sector surgieron las mejores jugadas del equipo de Avellaneda y las que más peligro le generaron a Burgos. Primero hubo un mano a mano que el “Gurí” Alvez desperdició y luego un remate alto del “Yagui” Fernández tras un desborde y centro del Avión.

River también tuco sus chances con dos mano a mano: uno, lo salvó Páez en la línea; el otro, fue ganado por Mondragón ante Gallardo.

En el segundo tiempo el desarrollo no cambió, Independiente iba sin ideas y el local trataba de asegurar la pelota y haciendo correr los minutos. Se destacó Burgos, quien sacó otros dos mano a mano y se convirtió en el jugador más valioso del encuentro.

Fue 0-0 y hubo fiesta millonaria en el final. Un merecido logro para los jugadores, cuerpo técnico y dirigentes que hicieron posible que el sueño de una nueva vuelta olímpica se hiciera realidad.

En tanto, Avellaneda era desencanto y desilusión. En el Cilindro, Racing y Newell´s tuvieron que sacar pecho, olvidar sus fracasos y salir a jugar, aunque no tuvieran ganas de hacerlo.

Los dos equipos se mostraron mal desde lo anímico, la Academia por su dolorosa eliminación de la Copa Libertadores y la Lepra por haber quedado fuera de la pelea por el título. Pero ambos debían demostrar por qué habían llegado a esas instancias.

En ese marco, el partido fue impreciso y aburrido. Lo más llamativo fue la actitud del equipo de Zanabria que a pesar de tener la motivación de entrar a la copa no jugó a nada. Sólo la categoría de Rocha, el despliegue de Saldaña y la inteligencia de Dalla Líbera para tocar y encontrar espacios fueron los únicos aspectos positivos de la actuación de los rosarinos.

Por el lado de Racing sólo el “Mago” Capria aportaba algo de fútbol pero estaba mal acompañado. Ambos equipos aportaron a los pelotazos y nunca armaron una jugada con dos o tres toques seguidos. Así, el trabajo de las defensas se simplificó y la pelota anduvo lejos de los arcos.

El encuentro era insoportable y a Dellacasa se lo ocurrió anularle un gol a Gerk, vaya uno a saber por qué, y a partir de entonces cambió todo. Dalla Líbera y Rocha se fueron de boca y vieron la roja, y la balanza se inclinó a favor del local. Pero el equipo de Basile no supo aprovechar la diferencia numérica y siguió llenando de centros el área rival. En el final parecía llevárselo Racing pero apareció Cejas para salvar su valla en dos ocasiones y darle un 0-0 a su equipo.

El resultado final mostró lo que realmente pasó en la cancha: nada. Mal momento eligió Newell´s para olvidarse de jugar bien y así se quedó sin el pan y sin la torta. Ahora tendrá que conformarse con disputar la Conmebol si es que Colón pierde el desempate con Independiente.

Respecto al Sabalero, el equipo de Ferraro recuperó la sonrisa en el Cementerio de los Elefantes, recordó como se jugaba y fue ambicioso. No se conformó con haber entrado a la Conmebol y salió a ganar contra Huracán de Parque Patricios para lograr el subcampeonato y acercarse a la Libertadores.

Desde el comienzo, Colón se propuso atacar utilizando sus mejores armas: pelota al pie, abriendo la cancha, especialmente por derecha, donde aparecía Ibarra desde el fondo y se recostaba Castillo. Por ese costado llegaron las situaciones más peligrosas del local. Pero Huracán, con el fútbol fresco de sus jóvenes, se puso 1-0 en su primera llegada a fondo.

En el complemento, Ferraro acertó con el cambio de Gordillo por Aquino. Con el ex volante de Central su equipo se hizo más articulado, no tan vertiginoso. El “Mono” aportaba pausa e inteligencia para encontrar los huecos que dejaba la defensa del Globo. Esos agujeros aparecían por el lateral de Corbalán quien perdía siempre ante los sabaleros. Por allí, Castillo e Ibarra encontraron el camino hacia el gol. Con el 2-1, Colón siguió atacando y llegó al tercero a través de Risso.

Huracán se adelantó en la cancha y trató de atacar pero el local no se dejó llevar por delante y replicaba con profundidad. El partido se hizo de ida y vuelta hasta que el “Mumo” Peralta descontó. Luego, Colón sí se tiró atrás y el visitante no inquietó más.

El 3-2 fue definitivo y también hubo tiempo para la incertidumbre cuando el local que se pegó a la radio esperar el final de Racing-Newell´s. Cuando supieron del empate sin goles en Avellaneda recién entonces hubo festejos. Sin embargo, Colón debía esperar si recibía una sanción que lo dejara fuera del choque ante Independiente por un lugar en la Libertadores.

En este fútbol moderno en el que se han perdido el espíritu deportivo y la tradición, los viejos clásicos de barrio no abundan. Por eso, cuando se dan, hay que darles la importancia que merecen. Por un lado, se enfrentaron Lanús-Banfield y, por el otro, Ferro-Vélez.

En el sur del conurbano bonaerense el clima fue bárbaro con trapos, cánticos y cargadas granates por el descenso del Taladro. En la cancha el partido también fue dominado por Lanús que, sin crear peligro, manejó la pelota, mientras que el equipo de Hernández pareció un espectador más. De esta manera, para ver jugadas de riesgo todo dependía de Ibagaza, Morales, Coyette y el “Chupa” López. Pero sólo el “Caño” mantenía un rendimiento constante. Los demás, sólo aparecían de a ratos. En Banfield, únicamente Campodónico pudo inquietar al rival.

Parecía un empate pero, de pronto, Ibagaza puso el 1-0. Y después del gol, al Taladro no le quedó mucho tiempo más que para lamentarse por la derrota y haber sido tan amarrete.

En el oeste porteño, los dirigidos por Piazza aportaron a un esquema más ofensivo: 3-4-3. Y no le fue tan mal. En el primer tiempo acorraló a su rival, se puso en ventaja con un gol en contra de Marcelo y pudo ampliar la ventaja. Pero tal como lo había hecho ante Newell´s, Ferro supo aguantar y salir de contra. En el fondo velezano Sotomayor quedaba muy solo y el uruguayo López le ganaba siempre. Sólo Cavallero se interponía entre el Verde y el gol y en un intento por salvar su valla, el arquero cometió penal y Marcelo se tomó revancha y puso el 1-1 final.

En el sur el capo fue el Granate pero en el oeste las cargadas quedaron para después ya que hubo reparto de puntos.

La última jornada del torneo se completó con los siguientes partidos: Gimnasia de Jujuy 0-0 Boca, Platense 2-1 Central, Estudiantes 4-0 Español, San Lorenzo 4-3 Unión y Huracán Corrientes 1-0 Gimnasia de La Plata.


AA
Agosto 1997.

Deportes en el recuerdo - Parte XVIII


Decimoctava fecha

Esta era una jornada definitoria ya que había altas probabilidades de que se consagrara un campeón. Cualquiera de los candaditos con posibilidades matemáticas podía hacerlo, por ello, la gran relevancia que cobraron sus respectivos partidos.

Sin lugar a dudas, el encuentro más importante se jugaba en Liniers entre Vélez y River. En el Amalfitani apareció un hombre con título de “Príncipe” para demostrar que no tiene nada de gallina y que pertenece a la nobleza. Llenó la cancha de fútbol y se metió definitivamente entre los más grandes de la historia del fútbol argentino. Sí, adivinó, apareció Francescoli y con dos pinceladas de su enorme categoría marcos los goles que le dieron el título a su equipo en un duelo de campeones.

Los dos equipos se jugaban más que el campeonato, se disputaban el honor, el prestigio y el reconocimiento de ser considerado mejor que el otro. Y estos ingredientes hicieron que el partido fuese una verdadera final.

Se jugó con todo, hubo mucha lucha y pierna fuerte pero todo dentro de lo leal. Hubo pressing de ambas partes, por lo que la pelota iba de 3/4 a 3/4 de cancha una y otra vez. Casi todo pasaba por ese sector, por lo que en los arcos hubo pocas llegadas. El equipo dirigido por Piazza ponía más gente en ataque mientras que los del “Pelado” Díaz eran más cautelosos, pero más precisos. Y en el mejor momento del local, la visita se puso en ventaja con un cabeza de Francescoli.

La reacción velezana no se hizo esperar y enseguida Burgos tuvo que intervenir para desviar un remate de Herrera que tenía destino de red. A partir de ese momento, el partido se abrió y se hizo de ida y vuelta. Vélez iba con más ganas que fútbol pero le alcanzaba para crear peligro con las subidas del salteño por derecha mientras que River respondía vía Gallardo-Francescoli y en su segunda llegada a fondo tuvo un penal a favor, regalado por Castrili. Pero el Príncipe demostró que es humano y se puede equivocar, y su remate fue contenido por Chilavert.

Los de Liniers se motivaron con esta atajada y fueron para adelante con fuerza, así que la cancha se tornó en una caldera, aunque esta tendencia duró poco ya que en breve terminó el primer tiempo.

Al comenzar el segundo tiempo no se repitió lo ocurrido en el final del primero, River no cedió y Vélez no creció, y el Príncipe se tomó revancha del penal errado i pintó una obra de arte para poner el 2-0.

Aunque quedaba mucho tiempo por jugar, el triunfo millonario parecía sellado, sobre todo porque el segundo gol fue un golpe anímico para el Fortín que lentamente fue bajando los brazos. En tanto, llegaron desde Rosario los goles de Ferro ante Newell´s y eso potenció a River que con el título bajo el brazo mostró todo su repertorio, se floreó y hasta pudo haber ampliado la ventaja.

Llegó el final y River festejó su 26to. Campeonato en medio de las lágrimas del Francescoli, acompañadas de palabras melancólicas que hacían de su retiro casi un hecho. ¡Qué manera de despedirse Príncipe!

En el Coloso de Parque Independencia no hubo festejos. El final del encuentro entre Newell´s y Ferro encontró a los jugadores locales llorando y a sus hinchas alentando. Esto sintetiza todo el esfuerzo realizado por el equipo de Zanabria durante un torneo que se le escapó en las últimas fechas y pasó a ser sólo un recuerdo. El lugar de los campeones está reservado para los grandes equipos, no para los que insinúan serlo pero les falta chapa. Pero en el caso de la Lepra estos es entendible ya que se trata de un plantel joven. Mucho más no se le podía pedir.

Encima, para este partido, el DT debió apelar a los pibes para suplir las ausencias de los más experimentados y eso se notó: Samuel no fue Rocha, Manso no fue Dalla Líbera y Gerk no fue Zamora. Entonces, la responsabilidad de salir campeón recayó sobre los hombros de estos chicos que tienen un futuro enorme pero un presente algo inseguro. Para colmo, enfrente tuvo a un equipo que sabía lo que quería y no le regaló nada.

Pero el comienzo del partido no tuvo nada que ver con el final del mismo ya que a los 8` Newell´s se puso en ventaja con un gol de Saldaña. De todos modos, la alegría le duró poco ya que un minuto después Chaparro empató para los visitantes.

De ahí hasta el término de la etapa inicial, el local buscó por todos los medios un gol más que le permitiera seguir luchando por el título, puso muchas ganas pero le faltó ideas para quebrar a una defensa bien parada.

En el complemento, sabiendo del triunfo de River, Newell´s salió a matar o morir y el verdolaga le asestó tres tiros más y lo liquidó. Al compás de López, Ferro terminó logrando una goleada por 4-1 inesperada pero merecida.

Y el final fue inevitable para la Lepra que se lamentó por haber perdido el título aunque se quedó con la satisfacción de haber peleado con dignidad hasta la anteúltima fecha. De todos modos, le queda la posibilidad de ingresar a la Libertadores si termina subcampeón.

En Avellaneda hubo un cierre atípico: no fue alegre como en Liniers ni triste como el de Rosario ya que a pesar de que hubo un ganador, los dos equipos perdieron. Independiente se quedó sin chances para el título y Huracán Corrientes se fue a la B Nacional.

El desarrollo del partido tuvo inicialmente al Rojo como dominador. El local tenía la pelota, la administraba bien pero le faltaba creatividad ya que a ninguno de sus jugadores se les ocurría dibujar una gambeta o ensayar un cambio de ritmo. Es que los especialistas en esta materia tuvieron una mala noche: Usuriaga fue displicente y a Guerrero le faltó fútbol. Del otro lado, los correntinos se encerraron atrás y se cansaron de rechazar centros.

Pero tanto va el cántaro a la fuente…. El equipo de Gareca se tanto insistir con los pelotazos tuvo su premio gracias a un cabezazo de Arzeno que puso el 1-0. Luego, la esbozó una leve reacción, intentó atacar pero no tenía con qué ya que a pesar de que Silvero colocó tres puntas, ninguna de ellas acompañó a Sosa, el único generador de fútbol.

En el entretiempo, el DT visitante metió a Alsina y Bianchi, y estos dos le cambiaron la cara al equipo. Sosa ya no estaba solo y en cuanto empezó a hacer de las suyas desnudó las falencias defensivas del local. Así, en 17´, Huracán dio vuelta el resultado con dos goles de Bianchi y uno de Gaitán. Ni ahí se acordó de jugar Independiente que atacó mucho pero con confusión. Sin embargo, se puso 2-3 y casi lo empata pero no le alcanzó.

Tras consumarse la derrota del local, hubo insultos de la hinchada roja hacia sus jugadores, cuerpo técnico y dirigentes. Hubo discusiones y empujones, y a nadie se le ocurrió pensar en los merecimientos y rendimientos ya que los números no les cerraban a ninguno.

En Banfield, el taladro recibió a Colón que tenía mínimas chances de alcanzar el título pero ni siquiera eso motivó a un equipo que venía golpeado y con la cabeza puesta en la Copa Conmebol. Por su parte, el local aprovechó la oportunidad para medirse ante un buen rival y medir sus recursos de cara al torneo de la B Nacional.

El partido era discreto y de poco vuelo al punto que parecía un entrenamiento. Sólo “Patrulla” Jiménez por el lado de Banfield aportaba su categoría en cada corte y cada toque. Y con muy poco, al Taladro le alcanzó para superar a un Sabalero sin alma, en el que cada jugador hacía la suya, especialmente Castillo, lo que derivó en recriminaciones entre ellos mismos, algo ridículo e infantil. Prácticamente amateur. Sólo Müller aportó ganas.

A los 8´, Glaría puso el 1-0 para el local que a partir de entonces dominó con tranquilidad, se retrasó unos metros y a cada ataque de su rival respondió con una contra. Sin embargo, con las ganas de Carucha, Colón empató.

En el segundo tiempo se acentuaron los problemas del visitante que iba e iba pero chocaba contra una defensa muy retrasada, por lo que lentamente lo dominaron los nervios y sus errores se sucedieron uno tras otro. Estas fallas fueron aprovechadas por Banfield que en dos contras se puso 3-1 y liquidó el pleito.

Colón, al igual que Newell´s, se dio cuenta de que le faltó grandeza salir campeón, y por más bien que juegue, eso termina reflejándose en la cancha a través de actitudes como las que tuvo ante el Taladro.

La fecha se completó con los siguientes resultados: Boca 4-3 Central, Huracán de Parque Patricios 1-0 Estudiantes, Racing 0-0 Platense, Español 3-1 Gimnasia de Jujuy, Lanús 4-0 Unión y Gimnasia de La Plata 1-0 San Lorenzo. 


AA
Agosto 1997

Deportes en recuerdo - Parte XVII


Decimoséptima fecha

El campeonato había sufrido durante su desarrollo varias interrupciones, unas por la Copa Libertadores, otras por la Copa América, lo que provocó demoras y pérdidas de dinero. Y como si eso fuera poco, después del receso por el partido Argentina-Venezuela por las Eliminatorias para el Mundial Francia 98´ se produjo una huelga de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) debido a la negativa del club Español de darle libertad de acción a seis de sus jugadores: Gustavo Campagnuolo, Hernán Meske, Mauro Potenzoni, Eduardo Fuentes, Pablo Guede y Marcelo Pontiroli. Este problema no pasó a manos de la AFA sino del juez en lo Civil y Comercial Juan Garibotto, quien al momento de iniciarse la causa estaba de vacaciones. Esto último derivó en que la huelga se extendiera dos semanas hasta que el magistrado regresó y emitió su fallo que finalmente favoreció a los jugadores. De todos modos, antes de conocerse esta decisión, la AFA ya había llegado a un arreglo económico con Español para que el club aceptara la sentencia.

Después de dos fines de semana sin fútbol y en el mismo día en que se levantó la huelga, se disputó una nueva jornada del torneo.

Los primeros que salieron a la cancha fueron los equipos que luchaban por salvarse del descenso. Huracán Corrientes recibía a Vélez en un encuentro que también era definitivo para la lucha por el título ya que los de Liniers tenían una mínima chance de dar la vuelta.

Los dos conjuntos salieron a jugar sin guardarse nada ya que el presente los obligaba a ello. De esta forma salió un partido abierto con los dos buscando el arco rival. Vélez arrancó mejor, recuperaba rápido gracias a Gómez y Compagnucci y desnivelaba por izquierda con Bassedas, por el medio con Camps y por derecha con Herrera. Sin crear demasiado peligro, dominó el partido durante los primeros 15-20 minutos, luego, como si el gol de Central a Español les hubiese dado una inyección anímica (N. de R.: Huracán Corrientes peleaba por no descender con Español), los locales despertaron y de la mano de Sosa convirtieron a Cavallero en la figura del equipo. El arquero reemplazo a Chilavert y fue vital para mantener su valla en cero en la etapa inicial.

En el complemento, Piazza acertó en poner a Darío Husain y su equipo mejoró. Posse se corrió a la derecha, donde más desequilibra y el recién ingresado se movió por todo el frente de ataque ofreciendo más variantes ofensivas. De los piques punzantes del “Cholo” llegaron las situaciones de gol pero apareció Sessa, quien para no ser menos que Cavallero, tuvo intervenciones brillantes. Hasta que a los 34´ Herrera escaló por la derecha, se metió en el área y puso el 1-0. A partir de allí aparecieron todas las limitaciones de los correntinos que demostraron no tener reservas futbolísticas ni anímicas para remontar un resultado adverso y escaparle al descenso.

En el final, Vélez pudo ampliar la diferencia pero Sessa no lo dejó. Con el 1-0, los de Liniers siguen con posibilidades matemáticas de alcanzar el título mientras que Huracán debe ganar los dos partidos que le quedan y que Español no sume ningún punto para salvarse de volver a la B Nacional.

Paralelamente, Central y Español jugaban en el Gigante de Arroyito. Los gallegos fueron a buscar un punto que los salve de jugar los sábados pero su mezquindad fue tal que se fueron derrotados por 1-0 y por más que los correntinos perdieron las cosas pintaba feas en el Bajo Flores ya que Gimnasia de Jujuy y Huracán de Parque Patricios empataron 1-1 y de esta forma los primeros se alejaban del descenso.

Más tarde jugaba otro de los equipos metido en la pelea de abajo, Ferro, que visitaba a un Racing con mayoría suplentes. El verde se aprovechó de la inexperiencia de los juveniles locales y obtuvieron un 1-1 merecido que les permite sacarse la soga del cuello y respirar más tranquilo.

El clásico del domingo lo protagonizaron San Lorenzo e Independiente. Mucho se había hablado de este partido al punto de que corrió con fuerza el rumor de que el Ciclón se iba a dejar ganar para retribuirle al Rojo aquel triunfo ante Gimnasia de La Plata en el 95´ que les permitió a los de Boedo salir campeón.

Sin embargo, esto no sucedió. Desde el comienzo, los dirigidos por Castelli se propusieron presionar en el campo rival y robar el balón allí, para jugar lejos de Passet, y lo logró. Lo hizo gracias al pressing de sus mediocampistas que dominaban la pelota con facilidad pero al equipo le faltaba cambio de ritmo ya que llegaba tocando hasta ¾ de cancha pero allí morían sus intentos, sin sorpresa. Independiente estaba perdido, sin brújula. Cascini no recuperaba una y el “Yagui” Fernández daba ventajas por su sector, siempre aprovechado por Rivadero. Sólo el “Toro” Acuña aportaba algo con su habitual despliegue. Sin aceleración, el partido se hizo aburrido, sin llegadas de riesgo, hasta que faltando un minuto para el final del primer tiempo, en una combinación rápida, llegó el gol de Biaggio.

En la segunda etapa, el público esperaba una reacción del Rojo pero el visitante siguió sin encontrarle la vuelta al partido y todo siguió igual. El Ciclón estaba dispuesto a espantar los rumores de la previa y salió decidido a liquidar el pleito. Aprovechando el desconcierto visitante empezó a rondar el arco de Mondragón con más peligrosidad. Fueron 10 minutos en los que todo fue para el local que contó con tres chances claras para marcar pero el arquero colombiano se lució.

Luego, el pressing de San Lorenzo fue cediendo e Independiente salió del asedio, la pelota empezó a rodar por las suelas de sus jugadores y el partido cambió un poco. El vuelco hubiera sido más marcado si Burruchaga hubiese estado en una mejor noche. El 10 del Rojo estuvo impreciso y nunca sirvió de enlace con los delanteros, por eso, la única forma de llegar hasta Passet fue el pelotazo.

En el final, la impotencia del equipo de Gareca se reflejó en la salvaje patada de Acuña a Núñez que le costó al volante paraguayo la expulsión. También derivó en empujones y agresiones que empañaron el cierre del partido. Cuando todo terminó 1-0, los jugadores visitantes increparon a Pascualino tratando de justificar sus actitudes violentas aunque resultó ser una forma cobarde de explicar el bajo rendimiento que tuvieron.

San Lorenzo ganó inobjetablemente e Independiente pareció seguir de huelga ya que no apareció por el Nuevo Gasómetro.

Por la noche se disputaron los partidos más atrayentes: en el Cementerio de los Elefantes, Colón recibió nada más ni nada menos que a su clásico rival, Unión. El Sabalero quería seguir en la lucha por el campeonato mientras que el Tatengue pretendía asegurarse su permanencia en primera a pesar de que los resultados de la tarde ya prácticamente lo habían salvado. Por eso, el 0-0 del final fue festejado por los visitantes que le escaparon al descenso y le acortaron la ilusión a su eterno rival.

Pero las cosas fueron muy distintas en el comienzo del encuentro, donde todo fue para el local. En el marco de un trámite de dientes apretados, impreciso y sin demasiadas emociones (excepto por las que brindaban las hinchadas), Colón, de la mano de Cristian Castillo, se las ingenió para llegar a tener situaciones de gol. El ex delantero de Atlanta lo tuvo tres veces: un tiro en el travesaño, un mano a mano que remató afuera y una apilada bárbara que no fue gol de casualidad. También colaboró “Carucha” Müller, quien se las ingenió para encontrar espacios pero en la única oportunidad que tuvo remató desviado cuando el arco estaba casi vacío. A esta altura, el equipo de Ferraro había hecho suficientes méritos para irse en ventaja al descanso pero enfrente tuvo a un rival que no arriesgó demasiado y se cuidó bien.

En el complemento, Unión despertó gracias a la buena labor de Cabrol, quien fue encontrando huecos en la defensa rival que aprovechó Marzo en dos ocasiones para llegar hasta debajo del arco pero, increíblemente, en ambas situaciones disparó afuera. El equipo de Trullet le robó la pelota a Colón e hizo correr el tiempo para aumentar la desesperación del local que sobre el final, con corazón más que fútbol, acorraló al Tatengue pero sin crearle demasiado peligro salvo a través de remates de media distancia.

Y llegó el cierre con la alegría en la tribuna visitante y la desilusión en la local, y una deuda de buen fútbol para el hincha en general.

En el Monumental había chocaban el puntero y el segundo, por lo que había una gran expectativa para ver a River y Newell´s. La huelga había hecho que los hinchas retuvieran su ansiedad durante dos semanas, por eso, a la hora del partido le dieron rienda suelta a su locura y llenaron la cancha.

El Millonario salió a jugar como siempre, con el arco rival como meta y el toque como camino para llegar hasta allí. La Lepra quería llevarse un punto y colocó mucha gente atrás, lo que sumado al buen marcaje de su última línea embarró la cancha, por lo que el local debió recurrir al pelotazo. De esta forma crecieron las figuras de Cejas y Rocha, quienes sacaron todo lo que le tiraron. En River, Francescoli, Berti y Monserrat no gravitaban y sólo Gallardo ponía la pelota contra el suelo. Así, el trámite del partido se hizo luchado y anodino al punto que la primera llegada de ¿riesgo? ocurrió a los 40´, cuando el “Muñeco” exigió a Cejas desde afuera del área. Y en los últimos cinco minutos de esa etapa inicial, los locales se iluminaron y tuvieron una chance más pero Crosa la sacó en la línea.

En los primeros minutos del segundo tiempo, Newell´s pareció reaccionar, se adelantó unos metros y vía pelotazo a Giménez llegó a su primera situación concreta de gol: un mano a mano ganado por Burgos. Pero ese cambio duró un breve lapso ya que a medida que avanzaba el reloj, el equipo de Zanabria volvió a meterse atrás.

Por su parte, el “Pelado” Díaz acertó con los cambios de Gancedo y Escudero que le dieron más dinámica al equipo y así Gallardo encontró compañía para jugar. De a poco, la cancha se fue inclinando hacia el arco de Cejas quien se convirtió en figura al sacarle un cabezazo a Salas y un tiro libre al Muñeco.

El partido se moría y los hinchas se quejaban de lo poco que habían visto en l cancha mientras llovían centros en el área visitante. De pronto, en uno de los tantos tiros de esquina que tuvo River, la pelota quedó suspendida en el aire, las miradas de todos se clavaron en ella y las bocas permanecieron abiertas pero mudas hasta que apareció Trotta dibujando una especie de chilena para clavar el 1-0 que le dio el triunfo al Millonario.

Ganó River, sacó tres puntos de ventaja y a pesar de que no jugó bien, le sobran motivos para soñar con una nueva vuelta olímpica.

El resto de la fecha se completó con los siguientes resultados: Lanús 2-1 Gimnasia de La Plata, Estudiantes 1-1 Banfield y Platense 1-0 Boca.


AA
Agosto 1997

Deportes en el recuerdo - Parte XVI


Decimosexta fecha

¡Al fin volvió el campeonato local! Atrás quedaron el fracaso de la Copa América (N. de R.: la Selección Argentina quedó eliminada en cuartos de final tras caer 1-2 ante Perú) y la consagración del Sub-20 en el Mundial de Malasia (N. de R.: el conjunto dirigido por José Pekerman derrotó 2-1 a Uruguay en la final). Una vez más, el fútbol criollo fue protagonista del fin de semana y con el atractivo de que se encuentra en la recta final de un torneo que genera mucha expectativa.

El sábado, Gimnasia de La Plata recibió a Colón que, nuevamente, fue acompañado de mucha gente. Mientras que la hinchada local se fue desencantada porque no sólo terminó perdiendo un partido en el que fue amplio dominador sino que se lesionó el “Beto” Márcico. El diagnóstico: reinserción del talón de Aquiles, siete meses de recuperación y la posibilidad de retirarse definitivamente del fútbol.

A pesar de la tristeza que significó la lesión del Beto, el que vio el partido al menos guardó en sus retinas el recuerdo de un encuentro emocionante de principio a fin. El desarrollo favoreció al conjunto de Griguol, mientras Márcico estuvo en cancha manejó los hilos de ataque tripero y fue el principal abastecedor de los arranques imparables de Guglielminpietro por izquierda y del “Mellizo” Gustavo por derecha. Con estas armas, el local fue metiendo a su rival contra su propio arco y empezaron a llegar las jugadas de gol. Colón sólo se pudo tomar un respiro cuando el Beto salió lesionado y en su primera excursión al arco de Noce logró un penal que el arquero luego se lo contuvo a Aquino. Pero enseguida, Gimnasia volvió a acomodarse y el rancho de Díaz comenzó a recibir cascotazos.

En el segundo tiempo, la intensidad del partido disminuyó pero el Lobo siguió mandando. Por el lado del visitante, Aquino no encontraba la pelota, los delanteros quedaban aislados y así se le hacía difícil crear situaciones de riego. Entonces, ¿por qué ganó Colón? Porque contó con la inspiración de Castillo, quien definió con un sombrero por arriba del arquero y demostró por qué Passarella lo convocó a la Selección.

¿Cómo reaccionó Gimnasia? Los triperos siguieron yendo al frente y desperdiciaron, una tras otra, las oportunidades para marcar por falta de puntería y por la labor de Díaz.

Llegó el final y el 1-0 provocó el desahogo para los fanáticos sabaleros que regresaron a Santa Fe festejando los tres puntos que les permitieron llegar, aunque sea por una sola noche, a la punta. Mientras que los hinchas locales se marcharon con la cabeza gacha y debieron conformarse con el argumento de que jugaron mejor y que les “robaron” el partido ya que Pascualino invalidó a instancias del juez de línea un gol legítimo de Márcico.

Por más mal que juegue, River sigue ganando. Contra Ferro tuvo momentos en que se las vio negras, sin embargo, cuenta con jugadores extraordinarios que aparecen en las difíciles para sacar las papas del fuego.

Si hay algo que caracterice al equipo de Núñez es el juego individual de sus estrellas y eso que no estuvieron Gallardo ni Francescoli, dos piezas claves. Pero eso no importó demasiado porque contó con un gran recambio y la inspiración del “Matador” Salas, quien le hizo honor a su apodo ya que metió el primer gol y le dio el pase a Cruz para el segundo. Así, el Millonario ganó 2-0.

No caben dudas de que al ganador le sientan bien los primeros minutos de cada tiempo, fue entonces cuando superó a su rival y marcó las diferencias. Después cayó en el desconcierto del equipo de “Cacho” Saccardi y cometió groseros errores defensivos que les permitieron a López y Bustos acariciar el gol pero no concretaron por las intervenciones de Burgos.

River parece tener todo bajo control: gana sin demasiado esfuerzo, sigue puntero y encima se dio el lujo de organizar una fiesta de despedida para Villalba y Cruz, quienes fueron transferidos. ¿Qué tal?

¡El que quiere celeste que le cueste! Después del partido de Huracán Corrientes, ese viejo refrán merodeó las mentes de cada hincha leproso y de cada miembro del equipo de Newell´´s. No era para menos ya que el triunfo como local de los rosarinos ante los correntinos, si bien fue merecido, se pareció a un parto para el ganador.

Paradójicamente, lo mejor del partido se vio gracias a los dirigidos por Zanabria. Eso ocurrió en los primeros 15-20 minutos donde los leprosos apostaron a la dupla creativa Manso-Dalla Líbera y a la agresividad de Zamora-Giménez, acorralaron a su rival y tuvo cuatro situaciones de gol: Manso la tiró afuera al recoger un rebote de Sessa, Zamora disparó de media vuelta y salió cerca, Rocha conectó por arriba un centro del “Negro” y el “Loco”, solo, cabeceó afuera.

Sin embargo, en el mejor momento del local llegó el gol de Sosa que enmudeció a todo el Coloso del Parque Independencia. Este tanto significó un golpe psicológico para Newell´s que, en vez de seguir jugando como al principio, cayó en la desesperación y se limitó a tirar pelotazos. De esta forma, sólo favoreció a los defensores visitantes a los que les salieron chichones de tanto despejar centros. Así, el partido se desdibujó y se tornó aburrido hasta el final de la etapa inicial.

El segundo tiempo siguió igual de mediocre. El ingreso de Quintana provocó que la pelota fuera un poco más por el piso y de esa manera llegó el penal que Giménez cambió por gol. Todo hacía indicar que el local iba a despertar pero el que lo hizo fue el equipo de Silvero que se “descolgó” del travesaño, dio lucha en el medio y casi lo gana de la mano de Alsina.

Pero tal como había ocurrido en el primer tiempo, en el mejor momento de uno llegó el gol del otro. Esta vez le tocó a Newell´s que en uno de los tantos centros al área de Huracán encontró la cabeza de Zamora, quien cabeceó al gol y selló la victoria por 2-1.

Y sobre el final apareció el mamarracho de Oliveto, quien anuló un gol legítimo de los visitantes y ensució aún más el trámite del partido. Igualmente, los correntinos no merecían el empate ya que nunca arriesgaron. El local, en cambio, tuvo la actitud aunque su nivel futbolístico dejó que desear.

En los últimos tiempos, San Lorenzo-Vélez se ha convertido en una especie de clásico, sobre todo, por el reciente y fresco duelo Ruggeri-Chilavert. Tanto el equipo de Piazza como el de Castelli se encuentran a años luz de lo que fueron al comenzar el campeonato. En ese sentido, el más afectado de amnesia fue el Ciclón, que fue al Amalfitani a especular como un club chico. Por su parte, los de Liniers no fueron un reloj suizo pero, al menos, tuvieron una postura distinta.

El partido mostró al comienzo a un equipo yendo sin ideas y al otro esperando en su campo, especulando con un error rival. Por suerte para el visitante, el error llegó pronto: Chilavert arriesgó en una salida, Abreu se la robó (aunque con falta) y vino el gol de Biaggio. Con el tanto en contra, Vélez salió más decidido y con más amor propio que fútbol llegó hasta Passet. Lo tuvo Camps y también Pandolfi pero no pudieron marcar. El “Rifle” tuvo que esperar hasta el minutos 42 para tomarse revancha y lograr la igualdad con la que terminaría la primera etapa.

En el complemento, el Fortín sacó el pie del acelerador y San Lorenzo respiró, ajustó las marcas y se adelantó algunos metros en el campo, y así hizo méritos suficientes para justificar el empate. El encuentro se moría junto a las ilusiones de salir campeón del local cuando hubo una arremetida velezana que resultó inútil porque el 1-1 no se modificó. Chau título para Vélez, aunque las matemáticas aún le den esperanzas. El empate fue justo porque uno no pudo y el otro no quiso.

Cuanto se habló de Independiente durante el receso, ¿no? Jugadores que se iban, otros que llegaban, el reemplazo de Gareca por Menotti, etc. Pero lo más importante era saber si iba a verse afectado el rendimiento de un Rojo que antes del parate estaba entonadísimo y que ya no contaba con Morales y Calderón. Y en ese marco, los de Avellaneda rindieron el examen en su cancha y ante Lanús y aprobaron.

Era obvio que en tan poco tiempo de trabajo Gareca no iba a meter mano en el equipo y más teniendo en cuenta como venía jugando antes de su llegada. Por eso, ante el Granate no se vio nada nuevo. Fiel a su estilo, Independiente controló el balón, lo trasladó con velocidad y precisión y mostró variantes ofensivas. Usuriaga aprovechó al máximo el primer hueco que encontró en la defensa rival y puso el 1-0. Lanús era una sombra de aquel campeón de la Conmebol, Ibagaza y Morales no encontraban la pelota y las pocas veces que la conseguían la perdían con facilidad o no sabían que hacer con ella. Por ello, los dirigidos por Cúper dependieron del esfuerzo de Siviero y Mena para aguantar las embestidas del rival.

Así como Usuriaga aprovechó la primera chance que tuvo, luego desperdició las otras que se le fueron presentando. Aunque el partido era dominado por los locales, sus hinchas estaban nerviosos porque el 1-0 no era ventaja suficiente y ni les cuento como se pusieron cuando Mondragón realizó una de las mejores atajadas de su vida cuando mandó al córner un tiro libre de Coyette. Pero pasó ese momento de incertidumbre y todo volvió a la normalidad. Independiente siguió atacando y tuvo su premio cuando Alvez capturó un rebote y puso el 2-0. Allí terminó el partido porque si bien quedaban muchos minutos, el local bajó la persiana.

El Rojo sigue ganando, ya sea con Gareca o Menotti, y se ha convertido en un vicio que le permite soñar con salir campeón.

¡Qué manera de sufrir y qué largos parecieron los 332 días que debieron pasar para volver a ver a Diego en una cancha de fútbol! El 9 de julio de 1997 pasó a la historia porque fue el día en que Maradona volvió a jugar por quinta vez en su carrera. Ya había hecho vibrar a Rosario con un golazo y algunos toques mágicos en el amistoso que Boca le ganó a Newell´s 2-0 pero el domingo se jugaba el clásico ante Racing por los puntos y con condimento de que hacía tres años que el xeneize no vencía a la Academia.

El Diez no se quería perder ese partido y en la semana previa entrenó a la par de sus compañeros. Esto sacó a la luz, otra vez, el amor entre el astro y la hinchada boquense, a tal punto, que la Bombonera estuvo repleta como pocas veces antes. Una locura y pasión que sólo él es capaz de generar. Ante Racing, Maradona demostró que también puede despertar a su equipo, ese mismo Boca que tuvo actuaciones mediocres a lo largo del campeonato con él jugó un encuentro excelente, por lejos, el mejor en mucho tiempo.

La capacidad de Diego de absorber todas las presiones y mantener un equipo concentrado fueron las claves del local que jugó suelto y desarrolló un fútbol de ataque y toques constantes. Mucho tuvo que ver Latorre, que encontró con quien jugar y así desequilibrar con su gambeta. Rambert también fue vital porque exigió siempre y estuvo acertado para ubicarse dentro del área y definir. Estos arrestos individuales más una defensa sólida, más Maradona y más un rival completamente inofensivo hizo que el cuadro de la Ribera ganara 3-2 y recuperara la sonrisa.

“¡Belleza!”, habrá exclamado Veira al ver las jugadas que armaron los dos “Diegos” para los goles de Rambert, en dos ocasiones, y de Fabbri. Sólo cuando Maradona salió del campo no se notó tanto la superioridad de Boca. A pesar de ello, los locales pudieron haber ampliado la diferencia pero no tuvieron oportunismo, ese mismo oportunismo que tuvo Delgado para descontar y hacer sufrir al hincha xeneize hasta el final.

El Diez jugó 55 minutos brillantes teniendo en cuenta su falta de ritmo, la cancha pesada y los golpes que recibió. Se lo vio motivado como pocas veces y eso ya es una razón para ilusionar a cualquiera. El fútbol sonríe, ¡volvió su hijo pródigo, Diego Armando Maradona!

El resto de la fecha se completó con los siguientes partidos: Unión 3-3 Estudiantes, Banfield 3-1 Gimnasia de Jujuy, Español 0-0 Platense y Huracán de Parque Patricios 2-1 Central.


AA
Julio 1997.

Deportes en el recuerdo - Parte XV


Decimoquinta fecha

Es lamentable y triste tener que decir que la violencia fue lo más destacado de esta jornada pero es la verdad. Hubo incidentes en casi todas las canchas y este flagelo se cobró una nueva víctima fatal.(1)

En el último de torneo, para los punteros cada partido es una final y a Newell´s le tocó jugarse una parada brava ante San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro. La situación de ambos era bien distinta: el rendimiento de la Lepra dejaba muchas dudas pero se sentía respaldado por los buenos resultados, mientras que el Ciclón parecía una caja de sorpresas de la cual se podía esperar cualquier cosa.

En el comienzo del partido, todo transcurría de acuerdo a lo esperado, con Newell´s teniendo la pelota, tocando y tratando de buscar los espacios con tranquilidad, y San Lorenzo apostando al contragolpe. Ninguno había creado peligro cuando llegó el gol del “Loco” Abreu y a partir de allí el encuentro sufrió un cambio brusco. Los dirigidos por Zanabria fueron al frente pero carecieron de claridad, entonces, Angelucci la pasaba tranquilo y el local replicaba cada vez con más fuerza gracias al despliegue de Montenegro por derecha y la potencia y oportunismo de la dupla de ataque conformada por Abreu y Biaggio.

Newell´s demostró que no estaba acostumbrado a jugar en desventaja y el nerviosismo de los jugadores, especialmente de Cejas, le jugó en contra. Así, el conjunto de Castelli no paró de errarse goles hasta que Abreu, de penal, señaló el 2-0 con el que terminó el primer tiempo.

En el complemento, la Lepra atacó más por necesidad que por convicción. No tuvo respuestas anímicas ni futbolísticas para revertir el resultado y si llegó a posiciones de gol fue más por errores del rival que por virtudes propias.

Por su parte, San Lorenzo se retrasó un poco para asegurar el resultado y siguió apostando al contragolpe. Finalmente, llegó el gol de Biaggio tras una gran jugada colectiva para poner el definitivo 3-0.

No caben dudas que los tres puntos fueron merecidamente ganados por el local, que fue más inteligente y contundente que su rival que salió a jugar con un planteo conservador que luego no supo cambiar sobre la marcha cuando se encontró en desventaja. A Newell´s le faltó audacia y grandeza para enfrentar a un equipo que fue futbolística y espiritualmente superior.

¡Se fue el “Flaco” Menotti! y que mejor manera de despedirlo como a él más le gusta: con buen fútbol y goles. Independiente lo entendió así y le regaló un 6-0 contra Colón que significó la pérdida del invicto del conjunto santafesino.

Pero no todo fue color de rosa para el Rojo ya que en el primer tiempo el Sabalero lo hizo transpirar del susto. La etapa inicial tuvo distintos momentos en los que el partido pasó de unas manos a otras. Los primeros fueron de Colón que tuvo dos chances claras para abrir el marcador en los pies de Müller. Luego, Castrilli interrumpió el juego por la gran cantidad de gente subida al alambrado y al reanudarse el juego se vio a un Independiente más tranquilo y dominando la pelota. El visitante fue llevado poco a poco a su rival contra su propio arco y Calderón puso el 1-0. Después, Colón se fue de prepotente hacia delante y pudo haber empatado pero Mondragón sacó un tiro libre de Saralegui que tenía destino de red.

Pero, inexplicablemente, el local se quedó y el Rojo, aprovechando dos errores defensivos del Sabalero, se puso 3-0. Al finalizar el primer tiempo, el triunfo era merecido pero exagerado.

En la segunda etapa, llegó rápido el 4-0 a través de Burruchaga y después de eso hubo un solo equipo en la cancha. Independiente aprovechó la desesperación del local por descontar y llenó el terreno de juego de toques y jugadas de excelente nivel. Los goles de Usuriaga y Molina sellaron el marcador y despertaron la algarabía de su hinchada, mientras que la parcialidad local también apoyó a su equipo que si bien estaba jugando muy mal le había dado grandes satisfacciones durante el torneo. Así, la gente volvió a treparse al alambrado y provocó la suspensión definitiva del partido a tres minitos del final.

Independiente ganó sin discusión y ahora más que nunca, el sueño de ser campeón está cerca de hacerse realidad. Ahora viene el receso por el Copa América y eso nos lleva a preguntarnos: ¿Podrá el Rojo sin Menotti y algunas de sus figuras mantener el nivel hasta el final del torneo? El tiempo nos dará la respuesta. En tanto, Colón desperdició una excelente oportunidad para acercarse a Newell´s.

En esta fecha hubo una nueva edición del clásico platense que dejó la sensación de haber sido un derby distinto. Si bien se jugó fuerte y a cara de perro, como siempre, el desarrollo del juego no pasó por la mitad de la cancha, lo que habitualmente se convierte en un campo de batalla. El marco fue el de siempre y el resultado final no traicionó la estadística que indica que Estudiantes, desde que es dirigido por el “Profe” Córdoba, nunca perdió ante Gimnasia.

El trámite del partido fue parejo los 90 minutos. El partido nunca tuvo un dueño ya que ambos equipos se prestaron la pelota y repartieron las llegadas de gol. Por el lado de Estudiantes se destacaron Bossio y Palermo, quienes fueron los pilares del triunfo al convertirse en los responsables de lo que hacían en defensa y en ataque, respectivamente. Mientras que en Gimnasia se lucieron Noce y el incansable Troglio que con su ir y venir se convirtió en el jugador más valioso de la cancha.

Las jugadas de riesgo eran moneda corriente y en ambos arcos provocaron el típico “¡uuuhhh!” de la hinchada. Se pudieron haber convertido más goles sino fuera por la mala suerte, la imprecisión y las buenas salvadas de los dos arqueros. Una tras otra, las chances fueron desperdicias hasta que Azconzábal pudo el 1-0 definitivo cerca del epílogo.

El partido era el típico de esos en el que “hace el gol gana” y fue para Estudiantes, aunque pudo haber sido para Gimnasia. El empate hubiera sido lo más justo ya que ninguno fue superior al otro, pero festejó el Pincha y también el hincha del buen fútbol porque se vio un gran espectáculo donde, curiosamente, la violencia pasó a un segundo plano.

¿Por dónde empezar cuando sucedieron tantas cosas? ¿Cómo explicar algo sin contradecir el resto? ¿Por qué la violencia dice siempre presente en el fútbol argentino? Muchas preguntas y pocas respuestas dejó Lanús-Vélez, que no fue un partido normal y mucho menos bien jugado.

La clave del partido estuvo en la acción de errar: todos los protagonistas se equivocaron, algunos más que otros, como en el caso del árbitro Cordero.

Primer minuto: Mena desperdicia un penal.

Minuto 55: Chilavert le regala la pelota al “Chupa” López, quien la para con la mano y marca el gol sin que el árbitro se diera cuenta de la infracción.

Luego vino una seguidilla de errores de Cordero: expulsó a Cravero cuando correspondía apenas una amarilla y no le sacó tarjeta roja a Méndez ni a Moriggi que cometieron faltas mucho más graves que el 5 de Lanús. Y sancionó un indirecto que culminó en gol de Enría al interpretar que Compagnucci le pasó la pelota a Chilavert, quien la tomó con la mano, cuando en realidad el volante velezano había querido despejar.

Minuto 80: El error más triste y grave de todos. La parcialidad de Vélez demostró una vez más que no sabe perder y trató de entrar a la cancha rompiendo el alambrado, enfrentándose a la Policía y obligando a suspender el partido.

Pero también hubo algunos aciertos, como el inteligente y eficaz planteo del Granate para adueñarse de la pelota y atacar a su rival donde más le dolía, por los costados. También acertaron los volantes de Lanús al no meterse en el juego brusco que ofrecían sus pares de Vélez, Camps al convertir un golazo en el primer tiempo y Roa al marcar el 1-1 de penal cuando ninguno de sus compañeros quería asumir el compromiso de patear.

Ganó Lanús 2-1 y lo hizo con Justicia porque con poco le bastó para superar a un rival que se preocupó más por protestarle al árbitro que por jugar. El equipo de Cúper consiguió así su primer triunfo antes Vélez desde que regresó por última vez a Primera División.

Por otra parte, Racing y River se jugaban muchas cosas como la punta, el honor y el compromiso con su hinchada, pero los dos equipos jugaron con miedo y arriesgaron poco. La Academia y el Millonario disputaron un encuentro discreto, sin muchas llegadas de gol pero con mucho fervor, el mismo que transmitía la multitud que se dio cita en el Cilindro de Avellaneda.

Por un lado, River, con la espina clavada de la eliminación en la Copa a manos de Racing, quería tomarse revancha y que mejor manera de hacerlo que con un triunfo y en la propia cancha del rival. Y por el otro, la Academia estaba motivadísima por sus triunfos en la Libertadores con la ganas de bajar de nuevo a los dirigidos por el “Pelado” Díaz y colocarse a cuatro unidades de la punta.

Pero River no pudo con sus fantasmas y fue un equipo previsible, que no lastimó, aunque tuvo la suerte de contar con las individualidades de Salas, Berti y Gallardo, quienes fueron las razones del triunfo.

Mientras que Racing fue la contracara ya que estuvo bien en defensa pero sus jugadores más importantes, como Capria y Delgado, estuvieron apagados. Y se sabe cuando estos dos no aparecen, el equipo del “Coco” Basile no es más que alguna patriada de Galván o alguna avivada de Vilallonga. Es decir, muy poco.

Desde el campo de juego no llegaba ninguna razón para festejar. Sin embargo, las hinchadas no pararon de alentar y fueron quienes aportaron color a un encuentro gris.

En el primer tiempo apareció la inspiración de Salas y en la única oportunidad que tuvo puso el 1-0 parcial que tuvo un aroma a injusticia porque River no había mucho para superar a su rival.

En el complemento despertó el visitante y en 15 minutos hizo todos los méritos para llevarse el triunfo: a los 3´, Gallardo erró un mano a mano, a los 12´, llegó el segundo tanto de Salas y a los 14´, el chileno estrelló un tiro en el palo.

La reacción de Racing no se hizo esperar pero cada uno de sus avances fue confuso e intrascendente. La única forma de inquietar a Burgos fueron los disparos de media y larga distancia. Y faltaban 10 minutos cuando “Nacho" González descontó del penal y los fantasmas volvieron a acechar a los millonarios.

El pasado reciente entre ambos equipos hacía presagiar una levantada de Racing que pudo haber empatado si entraba el tiro del final de Galván.

Ganó River 2-1, con lo justo y algunas gotas de buen fútbol que alcanzaron para superar a un Racing que chocó contra su propia inoperancia. Los dirigidos por Díaz llegaron a la punta y ahora, ¿quién los baja?

El resto de la fecha arrojó los siguiente resultados: Boca 1-3 Español, Gimnasia de Jujuy 2-0 Unión, Platense 1-3 Huracán de Parque Patricios, Huracán Corrientes 2-1 Ferro y Central 2-0 Banfield.

(1) Después de este clásico, Waldo Rodríguez, hincha de Racing, fue asesinado de de un balazo tras un enfrentamiento con hinchas millonarios en el partido bonaerense de Quilmes cuando regresaban de la cancha.


AA
Junio 1997.