A continuación, una serie de relatos policiales sobre crímenes pasionales, asesinatos por venganza o móvil sexual, homicidios en ocasión de robo, asaltos, secuestros extorsivos y los juicios a los delincuentes.
(Las crónicas se basan en hechos de público conocimiento, por lo que las identidades y direcciones han sido modificadas u omitidas para preservar la identidad de todos los involucrados en cada uno de los casos)
-----------------------
UN AUTO ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE
Lucas, un joven de 22 años, estudiante universitario, salió de la casa de su novia cerca de la 1 de la madrugada de un viernes de junio de 2003 y a bordo de su automóvil se dirigió a su domicilio, en la localidad la localidad de Wilde, partido bonaerense de Avellaneda, en la zona sur del conurbano.
Al arribar, el muchacho estacionó el vehículo para ingresar a su vivienda. Habitualmente avisaba a una custodia de seguridad privada que recorría la zona cuando estaba por entrar pero esa vez prefirió no hacerlo.
En es momento tres delincuentes, dos hombres y una mujer, lo sorprendieron y mediante amenazas con armas de fuego le intentaron robar el automóvil. Lucas aparentemente se resistió y los ladrones lo mataron de un balazo antes de escapar.
Lamentablemente, esta fue, por aquel entonces, una tragedia más en territorio de la provincia de Buenos Aires. Un hecho de sangre común y corriente para los tiempos que se vivían y que se aún se viven.
Es por esa razón fue que pocas personas se enteraron de este crimen hasta que los padres de Lucas, Alberto y Marta, decidieron salir a la calle para exigir justicia.
La primera de las movilizaciones ocurrió a una semana del asesinato en pleno centro de Wilde. Cerca de 1.500 personas, entre vecinos, familiares y amigos de la víctima y su familia marcharon por 8 cuadras hasta la comisaría quinta de Avellaneda.
Horas antes los padres del joven estudiante asesinado se habían reunido con el gobernador bonaerense y el ministro de Seguridad y Justicia de la Nación.
“Se va a acabar, se va a acabar, esa costumbre de matar”, fue el grito de la gente que se movilizó cuatro semanas después del homicidio con pancartas y banderas con la consigna de “Justicia para Lucas y seguridad para todos”.
Marta, la madre de Lucas, se convirtió a partir del crimen de su hijo en una guerrera en la lucha contra la inseguridad y todavía lo sigue siendo.
A las pocas horas de haber enterrado el cadáver de Lucas ya estaba enfrentándose a todas las autoridades que tenían responsabilidad en la investigación del caso.
“Yo le advierto señor comisario, no falte a la verdad; no hay móviles, no hay policías, no hay seguridad”, amenazó Marta en aquella primera gran marcha que fue televisada en vivo y en directo por los canales de noticias.
“Venimos a pedir que se acelere el esclarecimiento; yo quiero cosas concretas, quiero más policías y más seguridad en la calle. Tengo otros tres hijos y siento mucho miedo por ellos”, exclamó.
El clima en la movilización era de mucha intensidad y cuando todo parecía calmarse apareció el intendente de Avellaneda, quien ante la catarata de insultos por parte de los manifestantes tuvo que irse inmediatamente del lugar a bordo de su automóvil.
Tras la movilización, los padres de Lucas anunciaron una nueva marcha para el domingo siguiente y prometieron instalar una carpa blanca en frente de la seccional policial si los investigadores no detenían a los asesinos de su hijo.
Y cumplieron.
El primer domingo de julio de 2003, alrededor de mil personas volvieron a marchar frente a la comisaría de Wilde y 48 horas más tarde, Marta, a pesar del frío, el viento y la persistente llovizna, instaló una carpa frente a la seccional.
“La carpa no es sólo un símbolo para la gente de Wilde, sino que representa la búsqueda de seguridad para todos los habitantes del conurbano. La idea es mantenerla hasta que en la provincia se pueda salir libremente a la calle: con seguridad y sin miedo”, dijo Pedro, padrino de Lucas.
Por su parte, la policía cortó el tránsito de la calle de la seccional, muy transitada ya que está repleta de comercios, y no se opuso a la instalación de la carpa. “La carpa no es algo ofensivo. Es parte del reclamo de una mamá a la que le mataron a un hijo”, dijo el comisario.
Si bien el paisaje en pleno centro comercial de Wilde cambió drásticamente, los propietarios de los locales tampoco se opusieron a que los manifestantes colocaran la carpa. Es más, hasta se acercaron a los manifestantes y les entregaron empanadas, facturas, gaseosas y café a los amigos y familiares de Lucas.
Ese mismo día, en horas de la tarde, Marta viajó a La Plata donde se entrevistó con el ministro de Seguridad bonaerense. Su lucha recién había comenzado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario