¿Loco o se hace?
El juicio a Cozza por el crimen de Marcos entró a principios de noviembre en una etapa decisiva cuando se empezó a tratar la salud mental del único imputado. La estrategia de la defensa seguía siendo tratar de demostrar que el empresario había actuado bajo emoción violenta ya que padecía desórdenes psicológicos y neurológicos para lograr que los jueces lo declaren inimputable.
Los cinco peritos oficiales del Cuerpo de Medicina Legal de la Policía Federal que habían entrevistado al acusado en 2003 declararon que Cozza, en principio, había comprendido la criminalidad de sus actos aunque dejaron márgenes de duda sobre la salud mental del imputado ante estimulantes como el alcohol, las drogas o un estado de ira.
Las declaraciones de estos testigos no fueron contundentes para la fiscal de juicio pero una perito de la querella terminó por apoyar la acusación.
En el mismo sentido declaró otro perito de parte, un ex jefe de la Asesoría Pericial de San Isidro y asesor criminalístico del Ministerio de Justicia, que sostuvo que Cozza era “un psicópata y no un psicótico”. Y para la Ley eso significaba que era imputable.
Por el lado de la defensa, dos amigos de Cozza aseguraron que el empresario sufrió secuelas psicológicas tras un accidente de tránsito que lo había desfigurado hacía muchos años y contaron que en los últimos tiempos se emborrachaba todas las noches con el objetivo de delinear en el imputado un perfil de demente y borracho.
Y la última carta que les quedó a los abogados del empresario fue el testimonio de su perito, un psiquiatra forense que afirmó que Cozza era un “psicótico esquizoparanoide”, pero fue el único experto que sostuvo la hipótesis de la inimputabilidad, demasiado poco para convencer al tribunal.
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