El concepto leninista de “nuevo partido” permitió a pequeñas organizaciones obtener una alta eficacia a partir de miembros que lograban una gran entrega y sacrificio, y una disciplina militar. Eran una elite de vanguardia que resultó muy atractiva para los jóvenes del Tercer Mundo. Sin embargo, los sentimientos de las masas a menudo estaban enfrentados con sus líderes, sobre todo, en momentos de insurrección ya que, por entonces, la revolución significaba la transformación radical del orden de la sociedad y sus valores no sólo por un momento simbólico, sino para siempre.
Los revolucionarios sociales del Siglo XX descubrieron tardíamente la senda de la guerra de guerrillas. Tal vez, porque esa actividad rural se asociaba históricamente con una idea arcaica o atrasada que los urbanos veían como un conservadurismo o contrarrevolución. Recién a partir de 1959, con la Revolución Cubana, pasó a formar parte del vocabulario marxista.
En China, los dirigentes comunistas como Mao Tse tung fueron pioneros en la guerra de guerrillas ya que el gobierno no podía controlar la extensión del territorio y no había un sistema de comunicaciones moderno.
También hubo casos en Brasil y los sandinistas en Nicaragua pero no tuvieron tanto éxito ya que la guerra de guerrillas implicaba para el revolucionario obtener resultados pero en el largo plazo porque se encontraba en la zona rural y primero debía ganarse el apoyo de las masas.
En definitiva, esta nueva ola de revolución social surgió tras la Segunda Guerra Mundial, pero a diferencia de la primera, fue posible a partir de la participación en el conflicto bélico y no por el rechazo a la misma. Y si bien los hechos de octubre de 1917 transformaron al planeta, no lo hizo como Lenin pensaba ya que, entre otras cosas, salvó al capitalismo liberal cuando permitió que Occidente derrotara a la Alemania de Hitler y le dio un incentivo para reformarse.
En China, los dirigentes comunistas como Mao Tse tung fueron pioneros en la guerra de guerrillas ya que el gobierno no podía controlar la extensión del territorio y no había un sistema de comunicaciones moderno.
También hubo casos en Brasil y los sandinistas en Nicaragua pero no tuvieron tanto éxito ya que la guerra de guerrillas implicaba para el revolucionario obtener resultados pero en el largo plazo porque se encontraba en la zona rural y primero debía ganarse el apoyo de las masas.
En definitiva, esta nueva ola de revolución social surgió tras la Segunda Guerra Mundial, pero a diferencia de la primera, fue posible a partir de la participación en el conflicto bélico y no por el rechazo a la misma. Y si bien los hechos de octubre de 1917 transformaron al planeta, no lo hizo como Lenin pensaba ya que, entre otras cosas, salvó al capitalismo liberal cuando permitió que Occidente derrotara a la Alemania de Hitler y le dio un incentivo para reformarse.
AA
Mayo 2011
Anexo del autor
La clase obrera en Argentina estuvo representada desde fines del Siglo XIX por el Partido Socialista (PS) hasta que un año después la Revolución Rusa desde su seno surgió el Partido Comunista Argentino (PCA) que respondió directamente a Moscú. Así, el PCA pasó a ser el nuevo vector movilizador de los trabajadores hasta la irrupción del Peronismo en 1946.
Anexo del autor
La clase obrera en Argentina estuvo representada desde fines del Siglo XIX por el Partido Socialista (PS) hasta que un año después la Revolución Rusa desde su seno surgió el Partido Comunista Argentino (PCA) que respondió directamente a Moscú. Así, el PCA pasó a ser el nuevo vector movilizador de los trabajadores hasta la irrupción del Peronismo en 1946.
Desde esas elecciones de ese año, en las que conformó la Unión Democrática con los radicales, los socialistas y los demoprogresistas, el PCA se opuso a Perón pero tampoco se alineó con los cubanos o los chinos, sino que siguieron aferrados a Moscú.
En 1947, el PCA expulsó de sus filas a Rodolfo Puiggrós, quien proponía un acercamiento al General y que a partir de 1955 formó parte de la Resistencia Peronista, y en 1968 perdió a 4 mil militantes combativos que crearon el Partido Comunista Revolucionario (PCR) de Otto Vargas.
Luego, en 1976 no cuestionó al presidente de facto Jorge Rafael Videla y recién se separó de Rusia con la caída del Muro de Berlín en 1989. A partir de entonces, el PCA se acercó al Peronismo y ahora apoya públicamente al kirchnerismo a través de su secretario general Patricio Etchegaray.
De todos modos, la cuestión no se trata de ser Peronista o “gorila” como muchas veces se plantea desde el Movimiento que, a su vez, fue y es tan amplio que abanica todo el espectro ideológico, de derecha a izquierda y viceversa.
Por ejemplo, respecto de su relación con la clase trabajadora, el Peronismo introdujo un sindicalismo menos activista y más político. Este sindicalismo fue el que se ubicó del centro a la derecha del Movimiento y podría describirse como "ortodoxo", reformista y fiel al General; mientras que del lado opuesto se situó la juventud revolucionaria seguidora de Evita e influenciada por las ideas del "Che" Guevara y Mao Tse Tung.
De hecho, muchos de estos militantes de izquierda, como Norma Arrostito y Roberto Quieto, surgieron de las filas de la Federación Juvenil Comunista, “La Fede", que apareció tras el golpe de la Revolución Argentina de 1966. Luego, Quieto lideró las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) que mantenía un perfil más afín al comunismo pero que después, e principios de los 70`, se fusionó con los Montoneros -en cuya línea fundadora estuvo Arrostito- ya que, a pesar de no estar completamente de acuerdo en el plano ideológico, veía en el Peronismo el único vehículo capaz de movilizar a la masa de trabajadores.
Además de estos ejemplos, cabe referirse a lo ocurrido con otros cuadros más "políticos" como el de José Ber Gelbard, un militante del PC que fundó la Confederación General Empresaria (CGE) y en 1973 fue nombrado ministro de Economía por Héctor Cámpora quien también colocó al otro ex comunista, Puiggrós, como rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA)
Una excepción a esta tendencia a fusionar ideas comunistas con peronistas fue por aquellos años 70` el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y su brazo armado, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) de Roberto Santucho, que si bien compartió la lucha armada con FAR y Montoneros, siempre se declaró marxista-leninista y en desacuerdo al lado capitalista de Perón.
Sin embargo, el propio Perón trató de ubicarse en la denominada "tercera posición" entre el capitalismo y el comunismo, y que podría describirse como el "socialismo nacional", lo que actualmente el kirchnerismo destaca como lo "nacional y popular".
Estos tres conceptos, "socialismo", "nacional" y "popular", parecen ser incuestionables por los beneficios que llevó a lo largo de la historia a los trabajadores de clase baja y media, pero no así la forma vertical y personalista no sólo de hacer política sino también adoptada por sus militantes.
Es que desde la cima no para de bajar un mensaje idílico respecto de las figuras de Perón y Evita y que llega hasta las bases que, a su vez, transforman al líder de turno en un nuevo ídolo colocándolo en el mismo pedestal que el mítico matrimonio hacedor de aquellos beneficios tan importantes para la masa obrera.
Ese idilio exagerado es innecesario y peligroso porque, tal como ha ocurrido siempre dentro del Movimiento, lleva a la concentración de poder político y económico en pocas manos y a estar permanentemente mirando hacia atrás, en vez de adelante.Y, en ese sentido, cabe recordar que los presidentes Carlos Saúl y Kirchner fueron dos de los últimos líderes hegemónicos que albergó el Peronismo más allá de las marcadas diferencias entre la política de uno y otro
Pero para un peronista no hay nada mejor que otro peronista, y hoy, en 2011, el riojano es un aliado del kirchnerismo.
AA
Septiembre 2011
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