1958-1961: Parte II*

* Basado en un texto de Julio Godio.

El movimiento sindical se mostró en 1959 expectante por los aumentos de los salarios pero, a la vez, tensionado por el aumento del costo de vida y en conflicto por las propuestas de Frondizi de privatizar las empresas estatales fundadas durante el peronismo. El 17 de enero de ese año, un tanque Sherman derribó las puertas del Frigorífico Nacional Lisandro Latorre reprimiendo a 7.000 trabajadores que ocuparon el lugar para impedir su privatización. Para apoyar la resistencia, las 62 Organizaciones convocaron a una huelga general que abarcó Avellaneda, Dock Sud, Berisso y Mataderos. Meses después se desarrolló una huelga nacional metalúrgica, un paro general de transporte en Rosario y huelgas ferroviarias que fueron reprimidas por los militares.

 Parecía que Frondizi había iniciado un camino diferente del planteado en el programa desarrollista/industrialista presentado al electorado. Pero en realidad, el camino elegido correspondía con los postulados subyacentes en la teoría desarrollista que lo conduciría a implementar acuerdos con el FMI, devaluación de la moneda, restricciones en el gasto y estímulo a las empresas privadas. Pero como no contó con un respaldo social, estas medidas resultaron impracticables por lo que el gobierno frondizista cayó en un rápido aislamiento político.

 En ese contexto, las 62 avanzaron exigiendo el establecimiento de la legislación peronista tutelar de las organizaciones sindicales y la devolución de la CGT. Así en el 59´ se sancionó la Ley 14.455 de Asociaciones Profesionales que abrió el camino para la normalización de la CGT y a partir de ella, el Gobierno inició negociaciones con las 62 para lograr acuerdos duraderos. Pero esto no era fácil ya que las 62 ya no eran un grupo de sindicalistas conspiradores, sino una coordinadora de los sindicatos.

 A fines de ese año, Augusto Vandor asumió como secretario General de la UOM y la elite sindical peronista comenzó a acentuar la relación entre acción sindical y acción política. Ya no se trataba solamente de lograr el “retorno de Perón” sino de forjar un movimiento sindical socio-político capaz de promover la reorganización del Partido Peronista (PP) y forjar alianzas civiles y militares para reconquistar el poder “para Perón”.

 Esta relación entre sindicalismo y política originó cambios en las propias organizaciones obreras, al exigir la instalación de mecanismos de comunicación fluidos entre direcciones y bases, lo cual condujo a priorizar y fortalecer el rol de las comisiones internas y cuerpos de delegados en las empresas. Estos cambios generaron una nueva representatividad sindical y legitimaron a los nuevos dirigentes sindicales peronistas.

 En ese contexto, la resistencia peronista dio “un giro a la izquierda” impulsado por el Comando de Reorganización partidaria dirigido por John Cooke, contando con el apoyo social de los sindicatos y la juventud peronista.

 Las 62, como parte de sumar fuerzas hacia la izquierda pero sin involucrarse directamente, promovieron en agosto de 1959 la formación del Movimiento Obrero Unificado (MOU) que agrupaba a peronistas, el MUCS e independientes. Además de Vandor, sus figuras destacadas fueron Amado Olmos, de sanidad; y Roberto García, del caucho.

 El MOU aprobó una “Declaración de Propósitos”, cuyos aspectos principale fueron la libre discusión de los convenios colectivos, el control de precios, la estabilidad en el empleo, la paralización inmediata de suspensiones y despidos, el cese del plan de desnacionalización, la solución al conflicto del frigorífico nacional, la devolución de los sindicatos a los trabajadores, la normalización de la CGT, la reforma agraria para entregar las tierras a quienes trabajan, y el levantamiento del Estado de Sitio.

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