Salir a cortar - Parte II


Mientras la 16 de la azzurra se perdía entre la gran cantidad de peatones que iban y venían por la plaza, llegó a la carrera hasta la vereda del Ministerio donde Madwich se encontraba sentada en las escalinatas del mismo, en silencio y bajo la atenta y culposa mirada de Wesley quien, a su vez, se mantenía de pie, firme, junto a la mujer, un hooligan con la camiseta del Fulham que corría con un vaso de cerveza plástico en la mano.

<< ¡¿What have you done, mate?!>>, le dijo el barra brava británico al árbitro. << ¿¡Don´t you see he is a fucking rock star?!>>, agregó con su rostro enrojecido por los efectos del alcohol excesivo y señalando con su mano libre hacia Agostinelli, quien continuaba su marcha sin mirar hacia atrás.

Pero Wesley no respondió y callado observó como el hooligan corría detrás del futbolista procurando alcanzarlo antes de perderlo definitivamente de vista y arrojando por el aire el vaso con lo que poco de cerveza que quedaba en él, mojando a algunas personas que lo insultaron al pasar.

Y a los pocos minutos, los médicos del servicio de emergencias arribaron al lugar en ambulancia y cargaron a Madwich en una camilla ya que temían que la paciente había sufrido una rotura de tibia y peroné, una lesión típica en casos de infracciones como las de Agostinelli, sobre todo, cuando el jugador se tensiona a partir de una falsa pero abrumadora sensación de que el partido está partido antes de que finalice.

AA-AB
Julio 2012

Salir a cortar - Parte I


Era un día invernal, pero la temperatura se presentaba más acorde a una jornada de primavera. El sol de la tarde bañaba la plaza frente a la Casa de Gobierno y en cuyos alrededores se ubicaban la Catedral, el Ministerio de Economía y la casa central del Banco de la Nación. << Un lindo viernes para salir temprano de la oficina y regresar temprano a casa>>, pensó Pilar Madwich cuando abandonó el estudio jurídico para el que trabajaba a tan sólo dos cuadras de la plaza, donde tenía previsto tomar el subte para volver a su domicilio.

La joven caminaba ligero por la vereda del Ministerio en dirección a la estación subterránea, cuando del otro lado de la calle, en la esquina noreste de la plaza, Fabio Agostinelli la vio pasar. Entonces, el muchacho no dudó un instante y apenas el semáforo se puso en rojo, cruzó la calle a la carrera, de frente hacia Madwich, quien seguía caminando con la mente ocupada en otras cuestiones que nada tenían que ver con lo que ella estaba haciendo ene se momento ni con el lugar.

La noche anterior, durante un 2x1 de whisky en un bar cercano a su departamento en el que festejaba el Día del Amigo, Agostinelli había llegado a la conclusión de que tenía que cortar por lo sano y como buen defensor prometió << salir a cortar de una, para no darle tiempo al rival>>. Así fue que por la soleada tarde capitalina, vestido con la número 16 de la azurra, pantaloncillos blancos, medias azules y canilleras negras que hacían juego con los botines del mismo color, Agostinelli se lanzó con la pierna derecha extendida hacia adelante y la izquierda flexionada hacia una Madwich desprevenida, a quien le aplicó un tackle deslizante a la altura de la canilla. <<¡¡¡Aaahhhh!!!!>> gritó la muchacha presa del dolor y de la confusión ya que entre tantos transeúntes vestidos de traje y llevando portafolios no pudo distinguir quien había sido ese jugador que la había derribado apenas unos metros antes de llegar a la escalera que la descendería hasta el andén del subte.

Instantes después, arribó al lugar Tim Wesley, vestido con el uniforme titular de la Escuela de Árbitro de la Liga de Fútbol de Gran Bretaña, quien se paró frente a Agostinelli y, sin mediar palabra, le mostró la tarjeta roja; mientras Madwich seguía en el piso, adolorida y sin que ningún otro peatón se animara a intervenir. La joven estaba dejando escapar sus primeras lágrimas y sin atinar a levantarse trató inútilmente de alcanzar los pañuelos descartables del interior de su cartera, la misma que el jugador le había regalado para su último cumpleaños.

Por su parte, Agostinelli no ensayó ninguna protesta ante el hombre de negro y luego, en silencio y de brazos cruzados, vio como éste ayudó a levantarse a la joven golpeada que no pudo apoyar su pierna izquierda en el suelo porque tenía la tibia muy inflamada.

<< ¡¿Qué hacés loco de mierda!?>>, exclamó Madwich apenas reconoció a Agostinelli, quien se esforzaba para no sonreír. Después, el jugador levantó sus brazos hasta la altura de los hombros sin decir absolutamente nada más que un << ¡Ma´fangulo!>>, tras lo cual, dio media vuelta y se fue caminando despacio por la plaza. << ¿Y vos? ¡¿Le hacés caso a tu amigo?! ¡Son dos enfermos!>>, le dijo la joven a Wesley, quien no acusó recibo y aguardó junto a ella la llegada de los médicos ya alertados de la agresión.

La Masacre de Trelew XV

El 15 de octubre de 2012, el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia, integrado por los jueces Enrique Jorge Guanziroli, Pedro José De Diego y Nora María Cabrera de Monella, condenó de manera unánime a la pena de prisión perpetua a Emilio Jorge Del Real y Carlos Amadeo Marandino por 19 hechos, tres en grado de tentativa, de "homicidio calificado por alevosía", es decir, que se aprovecharon del estado de indefensión de sus víctimas.

En tanto, y con la disidencia de la jueza Cabrera de Monella, el tribunal absolvió a Rubén Norberto Paccagnini de los homicidios y a Jorge Enrique Bautista del encubrimiento.

Además, el tribunal insistió en solicitar la extradición de Roberto Bravo, la cual fue negada por los Estados Unidos en 2008, y calificó los hechos como delitos de << lesa humanidad >>

Si bien los jueces ordenaron que los condenados cumplan la pena en una cárcel común, recién quedarán detenidos cuando el fallo quede firme.

Durante sus alegatos, el Ministerio Público Fiscal, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y la querella que representa a familiares de víctimas habían pedido que Del Real, Marandino, Sosa y Paccagnini fueran condenados a perpetua por los 19 homicidios; y Bautista a dos años de prisión efectiva por encubrimiento.

AA
Octubre 2012