En la jornada del 21 de agosto, el imputado Favale fue identificado por un testigo del juicio por el crimen de Ferreyra como quien disparó un arma de fuego contra los manifestantes entre los que se hallaba la víctima.
Eduardo “Chiquito” Beliboni, quien también formaba parte de la protesta del PO, aseguró ante el tribunal que Favale integraba el grupo agresor, aunque solo después supo cómo se llamaba.
“Vi una persona que disparaba, se agazapaba y tiraba” y que lo hacía con la mano derecha y “buscando el ángulo de tiro” desde una distancia que el testigo ubicó “entre 15 o 20 metros” de donde él estaba.[1]
Beliboni aclaró que cuando declaró ante la juez de instrucción López no sabía cuál era el nombre del tirador y que recién lo supo días después a través de los canales de televisión y los diarios que publicaron imágenes del acusado.
El testigo señaló que él “estaba en la línea de fuego” del agresor armado y que detrás suyo, “a unos 100 metros” se hallaba Elsa Rodríguez.[2]
Además, Beliboni sostuvo que “la policía fue funcional al ataque” que sufrieron los manifestantes ya que la bonaerense “comenzó a disparar contra” con ellos y que una vez que llegaron a la Capital Federal el personal de la Policía Federal “desapareció del lugar” y “volvió después” de la agresión.[3]
Según Beliboni, el testigo Aguirre fue quien le avisó que les estaban “tirando con plomo” y contó que luego de escuchar “cuatro y cinco” disparos vio a Ferreyra tirado en el piso, aunque en un primer momento creyó que se había descompuesto o desmayado.[4]
El testigo estimó que el grupo agresor lo formaban entre 80 y 110 personas al tiempo que negó que hubiera manifestantes con armas de fuego. Aunque, del mismo modo que Aguirre, declaró que algunos se defendieron con piedras y palos.
En esta jornada también declaró el militante del PO Lisandro Martínez, quien también aseguró haber visto a un hombre disparar un arma de fuego durante los hechos. “Vi a un gordito, agazapado, que tiraba poniendo las manos como en la película ´Los profesionales´, las dos manos en el arma y me pareció un revólver”, relató.[5]
A diferencia de Beliboni, este testigo dijo que no pudo ver la cara del tirador porque “no estaba quieto, estaba en acción, vestía chomba azul oscura, creo que vaqueros, era robusto, tenía las piernas abiertas y estaba semiagachado”.
Martínez agregó que cuando intentaron perseguir a los agresores, estos “salieron corriendo” pero “la policía” les “cerró el paso con patrulleros” y señaló que habló en dos ocasiones con un oficial “vestido de seda y corbata rosa” pero no logró ningún tipo de ayuda.[6]
El crimen del militante V
Nelson Aguirre, miembro del comité Almirante Brown del PO fue uno de los compañeros de Ferreyra que resultó herido en el mismo hecho y el 16 de agosto declaró como el primer testigo del juicio.
“Había dos patrulleros de la (Policía) Federal (estacionados) en 45 grados, pero cuando comenzó la agresión y nosotros intentábamos desconcentrarnos, ya no estaban”, indicó.[1]
Respecto del momento en que fue herido de un tiro en la pierna derecha y otro en el glúteo izquierdo, el testigo señaló: “Alcancé a ver que avanzaba agazapado un hombre con un arma (de puño) al que no conozco pero era de mi misma contextura física, de pelo corto y vestía una chomba o una camisa de mangas cortas, celeste o gris”.[2]
Aguirre contó que a pesar de haber sido baleado alcanzó a auxiliar a su compañera Elsa Rodríguez que presentaba un tiro en la cabeza. “Estaba tirada con mucha sangre y parecía muerta, por eso la cargamos primero en la ambulancia} que también me cargó a mí y a Mariano”, añadió.[3]
Luego, con la ayuda de una maqueta, Aguirre detalló que la guardia de Infantería de la Policía Bonaerense que seguía la marcha de los tercerizados cruzó el Puente Bosch -que separa Avellaneda de la Capital Federal- y que “en vez de impedir que los ferroviarios apostados sobre las vías” les “tiraran piedras” cuando ellos caminaban “por abajo”, les dispararon “balas de goma”.[4]
“Formamos un cordón de seguridad para que se alejaran hacia avenida Vélez Sarsfield los más viejos y muchas mujeres con chicos y nos defendimos con lo que pudimos”, explicó Aguirre y en ese sentido precisó que utilizaron “las piedras” que les arrojaban y las que “había en el suelo”, y “palos” que habían “llevado en una bolsa”.[5]
Por su parte, el defensor de Uño, Oscar Igounet, opinó ante el tribunal que él consideraba que no se había tratado de una agresión sino de “una gigantesca gresca en la que hubo un aparato desplegado por el PO y otras organizaciones para provocar, y una defensa, acaso excesiva”.[6]
A raíz de este comentario, Claudia Ferrero, una de las abogadas de la querella, discutió con el letrado defensor, por lo que el presidente del tribunal, Horacio Díaz, obligó a ambos a retirarse del recinto.
“Había dos patrulleros de la (Policía) Federal (estacionados) en 45 grados, pero cuando comenzó la agresión y nosotros intentábamos desconcentrarnos, ya no estaban”, indicó.[1]
Respecto del momento en que fue herido de un tiro en la pierna derecha y otro en el glúteo izquierdo, el testigo señaló: “Alcancé a ver que avanzaba agazapado un hombre con un arma (de puño) al que no conozco pero era de mi misma contextura física, de pelo corto y vestía una chomba o una camisa de mangas cortas, celeste o gris”.[2]
Aguirre contó que a pesar de haber sido baleado alcanzó a auxiliar a su compañera Elsa Rodríguez que presentaba un tiro en la cabeza. “Estaba tirada con mucha sangre y parecía muerta, por eso la cargamos primero en la ambulancia} que también me cargó a mí y a Mariano”, añadió.[3]
Luego, con la ayuda de una maqueta, Aguirre detalló que la guardia de Infantería de la Policía Bonaerense que seguía la marcha de los tercerizados cruzó el Puente Bosch -que separa Avellaneda de la Capital Federal- y que “en vez de impedir que los ferroviarios apostados sobre las vías” les “tiraran piedras” cuando ellos caminaban “por abajo”, les dispararon “balas de goma”.[4]
“Formamos un cordón de seguridad para que se alejaran hacia avenida Vélez Sarsfield los más viejos y muchas mujeres con chicos y nos defendimos con lo que pudimos”, explicó Aguirre y en ese sentido precisó que utilizaron “las piedras” que les arrojaban y las que “había en el suelo”, y “palos” que habían “llevado en una bolsa”.[5]
Por su parte, el defensor de Uño, Oscar Igounet, opinó ante el tribunal que él consideraba que no se había tratado de una agresión sino de “una gigantesca gresca en la que hubo un aparato desplegado por el PO y otras organizaciones para provocar, y una defensa, acaso excesiva”.[6]
A raíz de este comentario, Claudia Ferrero, una de las abogadas de la querella, discutió con el letrado defensor, por lo que el presidente del tribunal, Horacio Díaz, obligó a ambos a retirarse del recinto.
El crimen del militante IV
La jornada del 13 de agosto del juicio por el crimen de Ferreyra comenzó cuando el tribunal le dio la oportunidad de declarar a los imputados Alcorcel, Díaz, Pérez, González y Fernández, aunque todos ellos se negaron a hacerlo, por lo que se procedió a la lectura de sus respectivas indagatorias realizadas en la etapa de instrucción de la causa.
La primera declaración que se leyó fue la de Alcorcel, quien había dicho que no conocía a Favale y negado haber recibido el día del crimen unos 40 llamados de parte de aquel preguntándole cómo llegar a la estación Avellaneda.
Mientras que Pérez afirmó que Favale y Alcorcel se conocían, se saludaron con un beso y estuvieron juntos cuando ocurrieron los hechos. Este imputado también aseguró que tras los incidentes, ambos regresaron juntos desde Capital Federal a bordo de un automóvil Chevrolet Corsa. “En ese momento se comentaba que Harry dijo: `le di, le di`”, declaro Pérez en alusión a una víctima que podría ser Ferreyra o alguno de los heridos.[1]
“Me estoy comiendo un garrón, la verdad que salí corriendo por pelotudo”, afirmó Pérez y agregó: “Entiendo que la orden de ir hacia los manifestantes la dio Pablo Díaz, pero no lo vi”.[2]
En tanto, Fernández declaró: “Yo no integré nada, tengo hijas, nietos, jamás se me habría ocurrido pensar en mandar alguien armado a una manifestación, jamás estuve armado ni pienso estarlo”.[3]
A su turno, Díaz negó haber convocado a los supuestos agresores para evitar el corte de vías y aseguró que recibieron agresiones por parte de los manifestantes que tenían “gomeras, tuercas, bolitas de acero”.[4]
Según este acusado los manifestantes “subieron al terraplén” y fueron repelidos con “balas de goma por parte de la Policía Bonaerense”.[5]
La primera declaración que se leyó fue la de Alcorcel, quien había dicho que no conocía a Favale y negado haber recibido el día del crimen unos 40 llamados de parte de aquel preguntándole cómo llegar a la estación Avellaneda.
Mientras que Pérez afirmó que Favale y Alcorcel se conocían, se saludaron con un beso y estuvieron juntos cuando ocurrieron los hechos. Este imputado también aseguró que tras los incidentes, ambos regresaron juntos desde Capital Federal a bordo de un automóvil Chevrolet Corsa. “En ese momento se comentaba que Harry dijo: `le di, le di`”, declaro Pérez en alusión a una víctima que podría ser Ferreyra o alguno de los heridos.[1]
“Me estoy comiendo un garrón, la verdad que salí corriendo por pelotudo”, afirmó Pérez y agregó: “Entiendo que la orden de ir hacia los manifestantes la dio Pablo Díaz, pero no lo vi”.[2]
En tanto, Fernández declaró: “Yo no integré nada, tengo hijas, nietos, jamás se me habría ocurrido pensar en mandar alguien armado a una manifestación, jamás estuve armado ni pienso estarlo”.[3]
A su turno, Díaz negó haber convocado a los supuestos agresores para evitar el corte de vías y aseguró que recibieron agresiones por parte de los manifestantes que tenían “gomeras, tuercas, bolitas de acero”.[4]
Según este acusado los manifestantes “subieron al terraplén” y fueron repelidos con “balas de goma por parte de la Policía Bonaerense”.[5]
El crimen del militante III
La semana inicial del juicio por el crimen de Ferreyra se completó con las audiencias del martes 7 y el jueves 9 de agosto. En la primera de dichas jornadas se exhibieron filmaciones del día del homicidio durante más de cinco horas. Se trataron de escenas filmadas por la policía, los canales de televisión y hasta por particulares con sus teléfonos celulares.
En algunas de estas imágenes, en especial las de la cobertura del canal C5N, cuyo equipo fue amenazado para que dejara de filmar, se vio el desplazamiento de los agresores sobre las vías en Avellaneda y luego en las calles próximas a la estación Barracas. También se mostró a Ferreyra tirado en el piso y como fue llevado luego en ambulancia junto a sus tres compañeros también baleados, mientras uno de los agresores los define en otra escena como “todos negros piqueteros”.[1]
Otros videos, como el policial interrumpido en el momento de la agresión, eran inéditos de baja calidad, en blanco y negro, sin sonido y hechos desde un helicóptero.
En tanto, la jornada del jueves tuvo como protagonista principal a José Pedraza, quien se negó a declarar, aunque anticipó que lo haría más adelante.
La negativa de este acusado no sorprendió pero sí algunos datos personales que declaró, tales como que su ocupación es de “empleado”, por lo que percibía un ingreso de 25 mil pesos.[2]
También dijo que vivía junto a su segunda esposa en el piso 18 departamento B de la torre de Azucena Villaflor 679, en el exclusivo barrio porteño de Puerto Madero.
Además, aseguró que su padres, un ex empleado ferroviario y una empleada doméstica, “están desaparecidos”. [3]
Luego, el Tribunal escuchó también la lectura de la declaración de Pedraza ante la jueza que instruyó la causa, Wilma López, donde negó los cargos en su contra, aseguró que “no hubo organización para cometer el crimen” y puso en duda que hubiera ferroviarios armados en el episodio.[4]
En algunas de estas imágenes, en especial las de la cobertura del canal C5N, cuyo equipo fue amenazado para que dejara de filmar, se vio el desplazamiento de los agresores sobre las vías en Avellaneda y luego en las calles próximas a la estación Barracas. También se mostró a Ferreyra tirado en el piso y como fue llevado luego en ambulancia junto a sus tres compañeros también baleados, mientras uno de los agresores los define en otra escena como “todos negros piqueteros”.[1]
Otros videos, como el policial interrumpido en el momento de la agresión, eran inéditos de baja calidad, en blanco y negro, sin sonido y hechos desde un helicóptero.
En tanto, la jornada del jueves tuvo como protagonista principal a José Pedraza, quien se negó a declarar, aunque anticipó que lo haría más adelante.
La negativa de este acusado no sorprendió pero sí algunos datos personales que declaró, tales como que su ocupación es de “empleado”, por lo que percibía un ingreso de 25 mil pesos.[2]
También dijo que vivía junto a su segunda esposa en el piso 18 departamento B de la torre de Azucena Villaflor 679, en el exclusivo barrio porteño de Puerto Madero.
Además, aseguró que su padres, un ex empleado ferroviario y una empleada doméstica, “están desaparecidos”. [3]
Luego, el Tribunal escuchó también la lectura de la declaración de Pedraza ante la jueza que instruyó la causa, Wilma López, donde negó los cargos en su contra, aseguró que “no hubo organización para cometer el crimen” y puso en duda que hubiera ferroviarios armados en el episodio.[4]
El crimen del militante II
El lunes 6 de agosto de 2012 comenzó el juicio por el homicidio de Mariano Ferreyra ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 21 de la Capital Federal integrado por los jueces Horacio Días, Diego Barroetaveña y Carlos Bossi.
Al debate llegaron 17 imputados, entre ellos, el ex titular de la Unión Ferroviaria (UF), José Pedraza, y su segundo Juan Carlos Fernández, acusados de haber sido los autores intelectuales del crimen junto al secretario de la Comisión de Reclamos de la Línea Roca del gremio, Pablo Díaz.
En la sala de audiencias estuvo presente Elsa Rodríguez, quien se movilizaba en silla de ruedas ya que aún se encontraba en recuperación de las heridas sufridas el día del crimen, mientras que en la puerta de los tribunales de Comodoro Py 2002 del barrio porteño de Retiro se concentraron miembros de distintas agrupaciones políticas, de derechos humanos y de partidos de izquierda –encabezados por el PO- que habían iniciado la noche anterior una vigilia con distintas actividades.
En la primera jornada del debate se leyó el requerimiento a juicio en la que el sindicado barra brava del club Defensa y Justicia, Cristian Favale, alias "Payaso", se encontraba acusado de "coautor" material del homicidio junto al delegado gremial Gabriel Sánchez; mientras que los trabajadores ferroviarios Juan Carlos Pérez y Guillermo Uño eran considerados "partícipes primarios", al igual que el ex delegado Arcorcel.
Por su parte, los empleados Francisco Pipitó y Jorge González llegaron a juicio como "partícipes secundarios", al tiempo que los policías federales a cargo de la seguridad en el lugar donde ocurrieron los hechos, Luis Mansilla, Jorge Ferreyra, Hugo Lompizano, Rolando Garay, David Villaba, Luis Echeverría y Gastón Conti, estaban imputados de del delito de "abandono de persona".
Al debate llegaron 17 imputados, entre ellos, el ex titular de la Unión Ferroviaria (UF), José Pedraza, y su segundo Juan Carlos Fernández, acusados de haber sido los autores intelectuales del crimen junto al secretario de la Comisión de Reclamos de la Línea Roca del gremio, Pablo Díaz.
En la sala de audiencias estuvo presente Elsa Rodríguez, quien se movilizaba en silla de ruedas ya que aún se encontraba en recuperación de las heridas sufridas el día del crimen, mientras que en la puerta de los tribunales de Comodoro Py 2002 del barrio porteño de Retiro se concentraron miembros de distintas agrupaciones políticas, de derechos humanos y de partidos de izquierda –encabezados por el PO- que habían iniciado la noche anterior una vigilia con distintas actividades.
En la primera jornada del debate se leyó el requerimiento a juicio en la que el sindicado barra brava del club Defensa y Justicia, Cristian Favale, alias "Payaso"
Por su parte, los empleados Francisco Pipitó y Jorge González llegaron a juicio como "partícipes secundarios"
El crimen del militante I
Mariano Ferreyra (23), militante del Partido Obrero (PO), fue asesinado de un balazo en el abdomen el 20 de octubre de 2010, en el barrio porteño de Barracas. Todo comenzó al mediodía de aquel miércoles soleado, cuando la víctima y otros compañeros suyos fueron a protestar a las vías del ferrocarril Roca, a la altura de la localidad bonaerense de Avellaneda, en reclamo de la reincorporación de los empleados "tercerizados" de esa línea.
Tras un intento de corte de vías frustrado por la presencia de empleados de la Unión Ferroviaria, con los que intercambiaron insultos y pedradas, los manifestantes se desconcentraron hacia las calles de Barracas donde fueron atacados a tiros.
En ese momento fue baleado el joven Ferreyra y también sus compañeros Elsa Rodríguez, quien resultó gravemente herida en la cabeza, Nelson Aguirre y Ariel Pintos.
En agosto de 2012, al comenzar el juicio por el crimen del militante del PO, éste ya se había convertido en un referente de las luchas políticas de muchos estudiantes universitarios, sobre todo, en los claustros nacionales y públicos.
El rostro dibujado de Ferreyra aparecía no sólo en forma de graffiti o en afiches sobre las paredes, sino también en las tapas de los juegos de fotocopias del material de estudio, al igual que ocurría en los casos de los piqueteros Maximiliano Kosteki (21) y Darío Santillán (22) (1), el maestro Carlos Fuentealba (40) (2), asesinados en 2002 y 2007, respectivamente; el testigo Jorge Julio López (3) y el adolescente Luciano Arruga (16) (4), ambos desaparecidos desde 2006.
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