Diario de un crimen: 179


Poco antes de cumplirse los seis meses de cometido el crimen de Francis, desde los laboratorios de la Policía Federal surgieron los resultados de la última medida de prueba “clave” para la causa, al punto que tras incorporar este informe de los peritos al expediente decidió clausurar la etapa de instrucción, y así se lo comunicó al doctor Estévez, quien, una vez más, le expresó su total apoyo.
De hecho, fue el propio fiscal general quien se encargó de dar a conocer estas novedades a la prensa que, por entonces, estaba  más enfocada en los efectos de la pandemia por coronavirus. De hecho, algunos medios se mostraban aún más preocupados por la cuarentena que por la transmisión del virus en sí, cuando esto último era el verdadero problema de fondo a resolver.
A su vez, los abogados de la familia de Francis avalaron tanto los resultados del último peritaje como la decisión de cerrar la etapa de instrucción de la causa y elevarla a juicio oral, al tiempo que destacaron que a partir de esto quedaba claro qué rol tuvo cada uno de los imputados en el ataque “en manada” que sufrió la víctima.
Por su parte, los padres de los acusados continuaron con su bajo perfil y evitaron realizar cualquier comentario al respecto, en especial, los de Martín, quien fue el más comprometido por los recientes avances de los peritos.
Es que un estudio scopométrico reveló que una de las patadas que recibió la víctima en su rostro fue realizada por dicho rugbier.
Los peritos cotejaron dos improntas de patada que se tomaron de la cara de Francis, a partir de las cuales primero se elaboró un perfil de calzado, con las zapatillas que se les secuestró a los diez sospechosos en la casa de veraneo.
Y antes de arribar al resultado final, también se los tomó nuevas huellas plantares a todos los acusados para poder completar la diligencia.
A partir de todo ese material, el cotejo dio resultado positivo entre la huella más grande y una zapatilla de lona y con suela de goma perteneciente a Martín; en tanto que de la otra impronta no se pudo establecer una coincidencia porque era muy pequeña.
De esta manera se confirmaba la versión de los testigos que señalaron a este rugbier como la persona que le aplicó patadas a Francis cuando éste ya estaba tirado en el suelo, sin poder defenderse.
Pero más allá de los roles que tuvo cada uno de los agresores, la fiscalía sostenía que hubo una “coautoría funcional”, en la que todos realizaron un aporte indispensable para consumar el homicidio. Es decir, que no hubo una sola patada mortal sino que todos los golpes contribuyeron a la muerte de Francis.
Mientras tanto, a los padres de la víctima sólo les quedaba aguardar a que se hiciera justicia… lo antes posible.

AA
Agosto 2020

Diario de un crimen: 86


La investigación por el crimen de Francis avanzó rápidamente, realmente como pocas; hasta que su marcha frenó en forma abrupta al toparse de frente con la pandemia por coronavirus, la cual derivó en un aislamiento de la sociedad a nivel mundial y, sobre todo, en Argentina, donde la cuarentena fue más estricta y prolongada.
A raíz de esta situación, el Poder Judicial entró en una feria extraordinaria indefinida, por lo que la audiencia oral que se iba a llevar ante la Cámara de Apelaciones de la Costa se suspendió primero provisoriamente y luego, con el correr de las semanas en forma definitiva.
De todos modos, los camaristas debían resolver la apelación de la defensa de los rugbiers, quienes al igual que el resto de la población carcelaria del país decidieron no aceptar visitas en el penal para respetar el protocolo sanitario.
A su vez, los presos pasaron a tener teléfonos celulares para poder comunicarse con sus seres queridos sin utilizar el mismo aparato que el resto.
Paralelamente, los detenidos con enfermedades de base respiratorias y cardiovasculares, y los que tenían más de 60 años, pasaron a formar parte de los grupos de riegos ante el avance del Covid-19, por lo que comenzaron a solicitar excarcelaciones y arrestos domiciliarios para salir del encierro en las prisiones.
Sin embargo, nada de esto ocurrió con los ocho acusados del crimen de Francis, quienes no padecían ningún problema de salud y estaban lejos de la edad de riesgo; por ende, siguieron alojados en sus mismos calabozos. Tampoco tuvieron que aislarse del resto de la población ya que en esa condición habían ingresado al pabellón y así continuaban.
Por su parte, Leopoldo Demarco, uno de los integrantes de la Sala I de la Cámara que debía resolver la apelación de la defensa de los rugbiers, sí formaba parte del grupo de riesgo, por lo que pidió una licencia.
A raíz de ello debió sortearse una nueva composición de la sala pero cuando parecía que el fallo se iba a tratar con el nuevo juez designado, la Cámara decidió que ya que no se iba a realizar una audiencia oral y el tratamiento de la cuestión podía efectuarse respetando el aislamiento, por lo que Demarco volvió a asumir su rol inicial.
Todo esto derivó en un largo impasse ya que cada decisión judicial se llevaba a cabo de manera electrónica y no presencial, lo que demandó semanas. Y esto motivó que el fiscal general Estévez emitiera un dictamen solicitando celeridad en el trámite.
Finalmente, el fallo de la Sala I de la Cámara se conoció 86 días después de cometido el crimen, 50 más tarde de que el juez Martínez dictó el procesamiento con prisión preventiva de los imputados.

En tanto, uno de los cuestionamientos de la defensa fue la incorporación del testigo Lisandro en las ruedas de reconocimiento. Al respecto, el abogado Torelli sostuvo que en su declaración testimonial este amigo de Francis dijo que no estaba seguro de poder reconocer a los tres supuestos agresores que él llegó a ver y que sólo describió vagamente a dos de ellos. Sin embargo, este joven se comunicó posteriormente con la fiscalía y afirmó que sí podía hacerlo, por lo que se lo citó a las ruedas sin volver a tomarle declaración bajo juramento.
La defensa cuestionó este procedimiento y agregó que hubo una “desmesurada saturación informativa que implicó la constate difusión de las imágenes de los imputados en una suerte de cadena nacional espontánea que se encargó del resto”.
Sin embargo, el juez Demarco sostuvo que “no hubo violación a norma legal alguna” y aclaró que la diligencia en rueda de reconocimientos se realizó “bajo juramento de ley” y que “nada impidió que, en esa oportunidad, la defensa interrogara o preguntara sobre su aparente cambio”.
Torelli también cuestionó la validez de la declaración de Tommy que el acta de la testimonial no fue firmada por la fiscal Zambrano sino por un auxiliar letrado, aunque ella figuraba como presente en la audiencia, lo que fue rechazado por Demarco, quien consideró que la defensa no demostró, “ni siquiera mínimamente, cuál fue el perjuicio que le ocasionó la falta de firma” de la funcionaria.
Otro punto criticado fue que la fiscalía supuestamente no se tomó más de cinco minutos en realizar cada una de las diez indagatorias y que de esa forma resultó imposible “comunicar derechos; hacer saber la intimación; informar detalladamente los hechos; la prueba; explicar el derecho a excarcelación; anotación de los datos personales; dar lectura a viva voz y luego firmar todos los presentes las actas respectivas”.
Además, según Torelli, quien no participó de las indagatorias porque él asumió la defensa a posteriori, las actas no contaban con las firmas de todos los funcionarios que nombraba, por lo que se trataba de un delito de “falsedad ideológica”.
“La defensora oficial estuvo presente, mantuvo entrevista previa, puso en conocimiento de los imputados las prueba y los hechos, fue quién les aconsejó que no declaren, ejerció su mandato y estampó su firma en cada una de las declaraciones”; por lo que estas últimas fueron recibidas “conforme a derecho, sin violación a garantía constitucional alguna”, abundó el Demarco, con quien coincidieron luego en sus respectivos votos los otros dos camaristas de la misma sala.
Luego la defensa pidió un cambio de calificación legal al sostener que “extraer el dolo de causar la muerte sólo de una situación particular parece en principio discutible”, y afirmó que los testigos que declararon días después del crimen, tras “escuchar y ver las noticias”, modificaron sus dichos de manera “sospechosa e inquietante”.
También dijo que los acusados se comportaron de manera “tranquila” y “pueril” tras el hecho, lo que implicaba que no habían organizado “para matar”.
Por su parte, Demarco destacó que el defensor no especificaba una calificación alternativa, por lo que la inicial llegaba a esa instancia “firme”;  al tiempo que opinó que “esa falta de nerviosismo, de normal actitud” cuando a los rugbiers los abordó el personal policial demostró que se trataba de “personas frías y calculadoras”.
Y añadió en referencia a esa actitud el mensaje de voz en el grupo de Whatsapp en el que se dijo “caduco”, que en este caso “significa murió”.
Por último, el camarista entendió que dado que la calificación legal estaba firme y la pena en expectativa era la de prisión perpetua, existían “riesgos procesales” que justificaban la prisión preventiva dictada en primera instancia.
“No puede dejar de señalarse la cantidad de intervinientes contra una sola persona, la brutalidad de la golpiza ejercida contra la víctima, el motivo fútil que llevó al accionar de los imputados a darle muerte, el desprecio total por la vida ajena. Fue, simplemente, una cacería humana”, sostuvo Demarco.
Y concluyó citando una frase del escritor Joseph Conrad que decía “la creencia en algún tipo de maldad sobrenatural no es necesaria, los hombres por sí solos ya son capaces de cualquier maldad”.

Casualidad o causalidad, lo cierto es que apenas unas horas después que el fallo de la Cámara se difundió públicamente, también llegó a las redacciones de los principales medios periodísticos los resultados preliminares de las pruebas de ADN realizadas por la Policía Científica sobre los rastros levantados del cuerpo de la víctimas, la ropa y el calzado, entre otros elementos, secuestrados en la casa alquilada por los rugbiers y las muestras tomadas de los propios acusados.
En total, los peritos oficiales y de parte analizaron 116 muestras y determinaron que había sangre de Francis en “una camisa blanca floreada” de Marcos; y que debajo del meñique izquierdo de la víctima se halló el perfil genético del imputado Bruno; lo que comprometía aún más a estos dos rugbiers.


Diario de un crimen: 35 y 36

El juez de Garantías Darío Martínez dispuso, antes de resolver si aceptaba o no el requerimiento de la fiscalía, realizar una audiencia para que todas las partes, en especial la defensa de los rugbiers, tuviesen la oportunidad de exponer en forma presencial y oral sus argumentos a favor y en contra del planteo de la doctora Zambrano.
Todos los acusados tenían un mismo abogado, el doctor Torelli, quien fue el principal orador durante dicha audiencia, la cual se celebró en la villa turística, que seguía convulsionada por el crimen de Francis, a más de un mes de cometido el hecho.
Aquella fue una extensa jornada que comenzó cuando los ocho detenidos fueron trasladados antes del amanecer desde la cárcel hasta el Juzgado de Garantías bajo un fuerte operativo de seguridad que fue filmado casi en forma íntegra por las cámaras de los distintos móviles periodísticos que siguieron los vehículos del servicio penitenciario por las distintas rutas y caminos.
Los rugbiers llegaron esposados y escoltados a primera hora de la mañana y en la puerta del juzgado los aguardaba un grupo de vecinos se había reunido allí con pancartas con la foto de Francis y leyendas en reclamo de justicia. “¡Asesinos!”, gritaban los manifestantes más exaltados.
En esta oportunidad no hubo presencia de turistas ya que la temporada de verano estaba por terminar los turistas, a lo que se sumaba que la sede judicial se ubicaba lejos del centro de la villa y en el medio de un barrio de residentes permanentes.
El recinto del juez Martínez no era demasiado amplio, por lo que sólo pudieron ingresar a la audiencia los acusados, abogados y empleados judiciales; mientras que los familiares de los rugbiers permanecieron en una sala contigua.
Durante su exposición, el defensor Torelli solicitó al magistrado una morigeración de la prisión preventiva y sugirió un arresto domiciliario con monitoreo electrónico para los ochos imputados.
En tanto que los abogados Barrera y Alvarez pidieron sumar a la acusación los agravantes de “alevosía” y el de matar “por placer”; lo cual no cambiaba la pena en expectativa porque los rugbiers ya estaban imputados de “homicidio calificado”, aunque sí describía un accionar extremadamente violento ya que implicaba que se aprovecharon del estado de indefensión de la víctima y que lo asesinaron por ninguno motivo más que porque así lo quisieron.
Por su parte, la fiscal Zambrano ratificó todos los extremos de su requerimiento y aclaró que como aún restaban conocerse los resultados de distintos peritajes, en los próximos días iba a ampliar su acusación.
Antes de finalizar la audiencia, el juez brindó a los imputados la posibilidad de realizar algún comentario o declaración, aunque estos dichos no iban a tener ninguna validez en el expediente.
Fue Bruno el único de los acusados que aceptó hablar y tras ponerse de pie se dirigió brevemente al magistrado: “Nunca tuvimos la intención de matarlo.”
Minutos después del mediodía, el juez dio por concluida la audiencia y los rugbiers fueron trasladados inmediatamente de regreso a la cárcel, lo que demandó otras dos horas de viaje.
Y al retirarse del juzgado, otra vez los vecinos agitaron sus pancartas y los insultaron. “¡Gusanos!”, se escuchó gritar a más de uno de los manifestantes.
En tanto, el defensor Torelli aprovechó para presentar en la mesa de entradas del despacho del magistrado una denuncia contra la doctora Zambrano por supuesta privación ilegítima de la libertad, falsedad de instrumento público e incumplimiento de los deberes de funcionario público.
Además, el abogado de los rugbiers pidió la nulidad de una testimonial, de una rueda de reconocimiento y las indagatorias por considerar que hubo irregularidades durante la realización de las mismas que las invalidaban.
Y si bien estos planteos fueron remitidos al fiscal general de la costa, David Estévez, para que se pronunciara al respecto antes de que el juez tomase una decisión, Martínez dejó en claro cuál era su criterio sobre la causa cuando un día después de la audiencia oral dictó la prisión preventiva de los ochos acusados.
En su fallo, el magistrado mantuvo la imputación tal cual la expuso la doctora Zambrano y remarcó los imputados “ejercieron especial violencia” sobre la víctima y exteriorizaron “un claro accionar dirigido a concretar su muerte”.
Por ello es que no sorprendió que poco después, tanto el fiscal general como el propio juez desestimaran las denuncias por irregularidades y pedidos de nulidad interpuestos por la defensa que, por su parte, recurrió estas decisiones junto al dictado de prisión preventiva ante la Cámara de Apelaciones.

Diario de un crimen: 29, 30 y 31

A pocas horas de cumplirse el primer mes del crimen de Francis, los abogados de la familia de la víctima, los doctores Barrera y Alvarez, difundieron a la prensa, aunque en off the record, los resultados del análisis de los smartphones de los acusados, en los que surgieron una serie de mensajes de texto y de audio de Whatsapp producidos durante la madrugada del homicidio y que comprometían, aún más, a los rugbiers, quienes, por entonces, acababan de ser trasladados a una Unidad Penitenciaria ubicada a mitad de camino entre el lugar del hecho y la ciudad en la que ellos residían con sus respectivas familias.
Allí, los imputados fueron alojados en cinco celdas de a dos y no mantuvieron contacto directo con el resto de los detenidos del pabellón ya que comían en sus propios calabozos y utilizaban las duchas en horarios distintos a los demás presos que en los primeros días les gritaban insultos y amenazas a la distancia.
Hasta esa vieja cárcel, en la que habían estado detenidos notorios homicidas de la historia criminal del país –muchos de los cuales habían sido defendidos en su momento por los abogados Barrera y Alvarez, quienes en los últimos años habían dejado a los acusados para ser parte querellante en las causas penales más resonantes- se dirigieron tres veces por semana los padres de los rugbiers en el marco de un régimen de visitas especial que también difería del de los otros presos.

Según el informe que los peritos informáticos de la Policía Federal entregaron a la fiscal Zambrano, los imputados formaban parte de un grupo de Whatsapp llamado “La Ovalada” y en el que además de ellos había un integrante más identificado únicamente a través de su apodo “Salvi”, lo que resultaba una novedad para los investigadores que procuraban determinar si este joven también había tenido participación en el crimen.

-Estoy yendo para la casa ¡Vengan! -dijo Lautaro en un audio del grupo a las 4.46.
-¿Dónde están? -preguntó Martín en un texto a las 4.53.
-La ubicación manda afuera del boliche -respondió César segundos después.
-¿Dónde es eso?-repreguntó Martín.
-Se los llevó el GAD -indicó César.
-¿Qué? -insistió Martín.
-Estoy buscando a César. Me dice ´vení al mercado que pasamos siempre´, estoy en el mercado a la vuelta del hotel y no está… -señaló Lautaro en un audio de las 4.55.
-Estoy en el supermercado, pero un poco más adelante -explicó César casi automáticamente.
-Martín, Ariel y yo estamos en la casa. ¿Los demás? -intervino Alexis a las 4.56.
-Ahora estoy cerca de donde está el pibe. Están todos a los gritos y llegó la Policía y la ambulancia. Parece que caducó -señaló Lautaro en un audio.
-Estamos yendo para la casa -dijo César a las 4.57.

A las 5.48, Lautaro compartió una foto en el grupo mientras estaba comiendo junto a Martín en un local de comidas rápidas del centro de la villa.
-The Police -escribió Martín a las 5.49.
-¿A qué hora cierra? -preguntó César a las 5.54.
-No cierra -respondió Lautaro.
-Vengan para la casa -sostuvo Bruno a las 5.59.
-Chicos, no se cuenta nada de esto a nadie -indicó César en un nuevo audio de las 6.06.
-Amigos, dejen de hablar -sugirió Marcos prácticamente al instante.
-Los otros chicos ya me están preguntando si nos peleamos -añadió.
-Son re loros. Paren -concluyó a las 6.07.

-La Policía está afuera de la casa -escribió César a las 10.38.
-Sí, todo mal -señaló Bruno a las 10.39.
-Salgamos -finalizó César instantes más tarde.

La difusión pública de estos mensajes fue un nuevo golpe que agitó el caso en la opinión pública que, con suma atención, siguió a través de los medios el debut de las visitas de los padres de los rugbiers a la cárcel, en cuya entrada principal los periodistas montaron guardia durante horas aunque sólo lograron obtener el testimonio de Augusto, el papá de Martín, el único de los familiares que se detuvo ante los micrófonos y cámaras para realizar declaraciones.
“No sé qué se les pasó por la cabeza, pero sí estoy seguro de que no son asesinos”, afirmó el hombre, quien llevaba colocados unos anteojos para el sol que ocultaban su mirada.
Para el padre de Martín se trató de “una tragedia lamentable” y aclaró que su hijo estaba “alcoholizado” al momento del hecho y que no recordaba la pelea, aunque esto no “justificaba” su accionar.
-¿Tiene miedo? –preguntó una periodista.
-Claro que sí. Tengo miedo de no verla nunca más en libertad –respondió Augusto.
-¿Y qué le diría a los padres de la víctima?
-Intenté llamarlos varias veces pero no pude hablar con ellos. No sabría qué decirles. Si yo tengo este dolor, no me imagino el que sienten ellos.

El día 30 fue uno muy especial porque el cumplirse el primer mes del crimen, los padres de Francis encabezaron una multitudinaria marcha frente al Congreso Nacional, la cual se replicó en las principales ciudades de todo el país. También estuvo en la primera fila de manifestantes Juliana, la novia del joven asesinado, acompañada de familiares de otras víctimas de delitos violentos.
“¡Perpetua!”, exclamaban los más exaltados; mientras que otros simplemente marchaban en silencio con velas encendidas, pancartas, afiches y banderas con la imagen y/o el nombre de Francis.
“Todo se nos vino abajo. Él era nuestro sostén. Ahora mi casa está vacía. Lo estoy esperando pero sé que no va a volver. Sólo quiero justicia”, afirmó Gabriela, la madre de la víctima, su único hijo.
La mujer fue la primera en tomar el micrófono y subirse al escenario montado en el extremo norte de la plaza frente al parlamento, cuyos alrededores estuvieron cerrados al tránsito durante horas debido a la gran cantidad de personas que se acercaron hasta allí.
“Francis era un chico decente, decente, con proyectos, y lo mataron a traición. No le dieron ni siquiera la oportunidad de defenderse”, afirmó la mujer, entre lágrimas, y sostenida de la mano por su esposo y padre de la víctima, Silvio.
Junto al matrimonio estuvo uno de los diáconos del colegio al que había asistido el joven asesinado, a quien describió como un chico “simple, sencillo, que iba de frente y actuaba desde el amor”.
Por su parte, Julieta pidió a la gente que “tenga memoria y conciencia de los que pasó” para que un hecho así no se volviese a repetir.
En tanto, Silvio se encontraba tan quebrado emocionalmente que no pudo hablar ante el público y sólo agradeció el apoyo de todos los presentes.

Las imágenes de las masivas marchas por Francis aún se repetían en los sitios web de noticias y las redes sociales cuando un día después de aquellas movilizaciones la fiscal Zambrano solicitó a la Justicia de Garantías el procesamiento con prisión preventiva de todos los acusados, excepto de Johnny y Alexis, quienes recuperaron inmediatamente la libertad desde la unidad penitenciaria y regresaron en un hermetismo absoluto a su ciudad.
En su requerimiento, la doctora valoró como pruebas de carga los testimonios, las imágenes de video, los reconocimientos en rueda y el análisis de las comunicaciones; avaló la actuación policial y consideró que los imputados acordaron un “pacto de silencio” apenas ocurrido el crimen y que hasta la actualidad lo seguían manteniendo.


Diario de un crimen: 4, 5 y 6


Una de las principales medidas de prueba que dispuso la fiscal Zambrano para avanzar en el esclarecimiento del crimen de Francis fue una larga serie de ruedas de reconocimiento a la que los detenidos se sometieron ante los distintos testigos presenciales del hecho que desfilaron durante tres jornadas por la sede de la Jefatura Departamental de la Policía Local, adonde la doctora mudó su oficina para que todo el personal afectado a la investigación pudiera trabajar cómodamente ya que el edificio de la Unidad de Funcional de Instrucción (UFI) era apenas más amplio que un consultorio médico.
Además, había que tener en cuenta la gran cantidad de acusados y testigos afectados a esta diligencia, a la que se sumaron jóvenes que los policías convocaban para sumarse a las ruedas junto a los sospechosos por su parecido físico con estos.
Así fue que los efectivos policiales, por orden de la fiscalía, en cada uno de los tres días y bien temprano por la mañana, salieron a recorrer las calles del centro de la villa turística en busca de muchachos con características fisionómicas similares a las de los rugbiers.
Los primeros en participar de las ruedas fueron los amigos de Francis que estuvieron junto a él al momento del hecho, al tiempo que la metodología diseñada por la fiscalía fue la de colocar a un solo acusado acompañado de dos “extras” ante cada uno de los testigos, razón por la cual, el desarrollo de esta medida de prueba se prolongó durante 72 horas, período en el que afuera de la Jefatura Departamental, que estuvo permanentemente rodeada por decenas de periodistas y cámaras de video y fotográficas, se tejieron infinitas versiones extraoficiales.
En este punto, la prensa parecía devorarse el caso, sin verse desalentada por el hecho de que la sede policial donde se “cocinaba” la noticia estaba ubicada en medio de los médanos, lejos del centro de la villa y bajo un sol castigador del que resultaba imposible ocultarse al aire libre ya que sólo había acacias, ni un solo pino o árbol bajo el que pudiesen refugiarse del calor y los rayos ultravioletas. Por ello, los periodistas, camarógrafos y reporteros gráficos únicamente pudieron recurrir a los vehículos que funcionaban como móviles, que aportaban un poco de sombra y aire acondicionado.

A Juancho, Leo, Lisandro, Sebastián y Tommy primero les mostraron placas fotográficas de los sospechosos y luego ellos los observaron en rueda. Todos coincidieron en señalar a Martín como la persona que primero le aplicó golpes de puño a Francis cuando éste aún estaba de pie y luego le propinó patadas en el rostro luego de que cayó al suelo. Es más, uno de los testigos describió que el acusado utilizó su pierna derecha para impactar en el hemisferio izquierdo de la cara de Francis. Además, estos testigos reconocieron la camisa verde agua y las bermudas del sospechoso que fueron secuestradas en la casa alquilada por los rugbiers.
Más aún, Tommy lo señaló como el agresor que le gritó a la víctima: “A ver si pegás ahora, ¡negro de mierda!”
Luego, Leo, Lisandro y Tommy también reconocieron a César como el joven que le pegó a Francis en la cabeza, cara y pecho cuando ya estaba en el piso; y también identificaron sus jeans y remera blanca ya secuestradas. A su vez, Juancho señaló a Marcos como la persona que le pegó primero a Francis antes de que éste quedara tirado en el suelo. El testigo describió que él estaba a no más de tres metros de distancia y que vio cómo aplicó un puñetazo en el rostro de la víctima, lo que al mismo tiempo coincidía con una de las secuencias de video incorporadas al expediente.
Por su parte, Leo reconoció al mismo acusado como uno de los agresores que golpeó a Francis en el suelo y que lo empujó a él contra un auto cuando quiso intervenir para detener el ataque.
Mientras que Tommy sólo pudo ubicar a Marcos junto a Martín dentro del boliche, no afuera.
En tanto, Julio reconoció a este imputado como el agresor que tenía “un rodete” en el pelo y que al momento de agredir a Francis le dijo: “Adentro pegaban de atrás, pero ahora afuera vamos a ver quién gana...”
En otra de las ruedas, Sebastián identificó al imputado Ariel como el que iba adelante del grupo de agresores y que al momento de iniciar el ataque exclamó: “¡Vamos ahora!” Y el testigo agregó que cuando él quiso retirar a sus amigos que eran golpeados este acusado se lo impidió.
Respecto de este acusado, Leo coincidió en que le impidió que defendiera a Francis y le pegó una trompada.
Por otro lado, Tommy reconoció a Lucho como quien le pegó “tres piñas” adentro del boliche cuando se originó el incidente inicial junto a la barra.

En cuanto a los testigos presenciales que no formaron parte del grupo de amigos de Francis fueron positivos los reconocimientos por parte de Timoteo, un hombre que atendía un maxiquiosco ubicado a pocos metros de la escena del crimen al momento del hecho.
Esta persona identificó a todos los acusados mencionados anteriormente y fue el único en hacerlo con Esteban, Bruno y Lautaro. Respecto del primero dijo que lo vio pegarle a Francis cuando éste se encontraba de pie pero que cuando cayó no lo agredió más; del segundo manifestó que también agredió en un inicio y que después del hecho lo vio “dando vueltas” por los alrededores; y del tercero contó que no le pegó a la víctima sino a un amigo de ésta.
Una vez finalizada todas las ruedas, los únicos dos acusados que no fueron reconocidos por ninguno de los testigos fueron Johnny y Alexis.

Diario de un crimen: 3


El crimen de Francis tuvo una inmediata repercusión nacional. Probablemente porque fue cometido en plena temporada de verano, en el corazón de una villa repleta de turistas de la edad de la víctima y sus agresores, y a la vista de toda una comunidad que pareció hartarse de los reiterados casos de violencia sin sentido, de matar porque sí.
Así fue que innumerables artículos periodísticos desbordaron los diarios, las páginas web de noticias, las radios y los canales de televisión; al mismo tiempo que en la villa comenzó a organizarse rápidamente una manifestación civil para repudiar el hecho y reclamar justicia.
Y al tercer día de ocurrido el crimen, vecinos y turistas se unieron para marchar hasta la puerta del boliche donde habían comenzado los incidentes que derivaron en el homicidio de Francis, el cual había sido clausurado apenas unas horas antes y de manera preventiva por el gobierno provincial al detectar una serie de irregularidades en el lugar, como el expendio de bebidas alcohólicas a menores de edad.
La movilización se produjo un lunes por la noche, después de un hermoso día de playa, y estuvo encabezada por Victoria, la chica que había estado dentro del local bailable y luego auxilió a la víctima practicándole RCP en la vereda.
Esta joven declaró como testigo ante la dra. Zambrano y contó que ella también presenció el conflicto suscitado en el interior del boliche donde pudo observar cuando retiraba de allí por separado a los chicos que habían mantenido ese problema.
“Cuando salgo del local veo que los policías que corrían hacia la esquina y que, por otro lado, había una pelea enfrente, donde varios chicos que se pegaban piñas y patadas, mientras otros trataban de separarlos”, relató.
La testigo contó que “en un momento se calmaron”, entonces ella cruzó la avenida y vio a “un chico” (no sabía que era Francis) tirado en la vereda, “con el torso desnudo”; por lo que junto a otro hombre que se había acercado hasta el lugar se turnó “para hacerle maniobras de resucitación porque no reaccionaba”.
“Estaba inconsciente pero con pulso y me quedé con él y otros tres amigos suyos que habían estado en la pelea y se veían muy nerviosos, hasta que llegó la ambulancia”, recordó.
A su vez, Victoria aclaró que ella no pudo reconocer a ninguno de los agresores porque los vio desde lejos.
Esta misma versión reiteró la chica ante los periodistas que cubrían la marcha, durante la cual, ella leyó en voz alta una carta que le habían enviado los amigos de la víctima al no poder haber estado presentes allí.

“Francis era una persona hermosa y por culpa de otros que desconocen el significado de divertirse todo terminó en una tragedia irremediable. Él siempre buscó hacer el bien y nunca fue violento. Por eso queremos que quede en claro lo siguiente: lo que pasó no fue una pelea ni un enfrentamiento sino que fueron directamente a matarlo.
Fran siempre demostró cariño, compasión y humildad. Fue un ejemplo de superación para todos los que lo conocieron y siempre va a estar con nosotros. Nunca vamos olvidarte. Te amamos hoy y siempre. 
“Gracias por todo a vos y a todos los que están y estuvieron acompañándonos sin excluir a nadie por su apoyo y esfuerzo.”

Por su parte, los manifestantes que oyeron estas emotivas palabras aprovecharon la ocasión para también reclamar al Municipio que decretase al menos un día de duelo por lo ocurrido y al finalizar la movilización depositaron las velas encendidas que llevaban consigo en un cantero con una acacia ubicado justo al lado de donde Francis cayó casi muerto en la vereda.
Y de esta manera nació en la base de este arbusto típico de la zona una especie de santuario en el que las personas comenzaron a dejar mensajes manuscritos, flores e imágenes religiosas.


Diario de un crimen: 2


El artero y cobarde ataque a Francis fue cometido cuando éste estaba acompañado de al menos siete de sus 16 amigos –todos oriundos de la Capital Federal y compañeros de escuela- que estaban pasando sus vacaciones desde apenas dos días antes en un hostal ubicado en el centro de la villa turística, pocas cuadras al sur de la escena del crimen.
El día después del hecho, estos amigos declararon como testigos presenciales, e incluso algunos de ellos como víctimas de la misma agresión, ante la fiscal de la causa, la doctora Zambrano.
El primero en declarar fue Sebastián, quien contó que él, Francis y otros chicos entraron al boliche alrededor de la 1.45, mientras que el resto del grupo lo hizo más tarde.
El testigo relató que dentro de local todo transcurrió con “normalidad” y que se fueron dispersando por el interior del mismo hasta que cerca de las 4.30 vio que tres “patovicas” del boliche estaba retirando por la fuerza a Francis, quien tenía su camisa rota.
Ante esta situación, él decidió salir también del local y lo hizo junto a su amigo Leo, con quien se quedó junto a Francis en la vereda de enfrente del boliche esperando a que el resto de los chicos de su grupo salieran.
“Mientras esperábamos, Francis me cuenta que lo habían sacado del local porque le habían pegado a Julio y él se había metido a separar”, relató.
Luego contó que sus amigos fueron saliendo del local hasta que en un momento se desató el ataque: “De la nada, un grupo de siete u ocho chicos se nos vinieron encima corriendo y nos empezaron a pegar.”
“Yo empecé a retroceder y a sacar a mis amigos. Vi que a Julio le daban dos piñas en la cabeza, entonces lo saqué para que le dejaran de pegar. Y a Juancho y Lisandro los empujaron contra unos autos estacionados; en tanto que vi a uno cómo le pegaba a Francis piñas en la cabeza”, recordó.
Consultado sobre cómo era esta persona a la que vio agrediendo a la víctima, Sebastián describió que llevaba puesta “un remera blanca, era de estatura media, tez blanca, pelo morocho y lacio”.
Según el testigo, este agresor fue quien provocó que Francis cayera al piso, donde a su amigo le siguieron pegando “patadas”, aunque no supo precisar si fue el chico que describió solo o él y alguno más de su grupo.
“No sé cuántos fueron exactamente los que le pegaron, pero cuando escaparon lo vi a Francis con la cara llena de sangre y en el cuerpo también”, indicó.
Tras la golpiza, Sebastián contó que la gente se acercaba a ver y que fue un hombre el primero en auxiliar a Francis y después de éste lo hizo también una chica que salía del boliche y le practicó RCP en presencia de los policías que ya estaban presentes en el lugar.
“Llamamos a la ambulancia, que tardó mucho tiempo en llegar, y lo trasladaron al hospital. Yo me fui a la comisaría con Juancho a hacer la denuncia, mientras que el resto de los chicos se fue al hospital”, añadió.
Por último, Sebastián declaró que en momentos en que se encontraba en la seccional arribaron al lugar sus amigos que habían estado en el centro asistencial y le dijeron que Francis había fallecido.

A su turno, Juancho declaró que dentro del boliche se pasó la mayor parte del tiempo en el sector “VIP”, donde se sacaron fotos y se encontraron con unas chicas. Y que “después de un rato” fueron al patio trasero exterior del local donde los vio a Francis, Julio, Leo, Sebastián y Lisandro.
Después de pasar unos minutos allí, Juancho contó que volvió al VIP junto a sus amigos, que bajó alrededor de las 4 junto a Julio para ir al baño y que en el camino se lo cruzó a Francis.
“El local estaba abarrotado de gente, era imposible caminar. Yo iba adelante y Julio detrás, rumbo a los baños. En el pasillo había un tumulto y no se podía pasar. Ahí me topé con un chico de cabello corto y castaño claro, robusto, de un metro setenta de alto, y que vestía una camisa floreada color verde agua. Este chico estaba apoyado en la barra y con aspecto de estar alcoholizado empezó a gritar: ´¡Paren de empujar, che!´”
De acuerdo a Juancho, en ese momento también se encontraba allí Tommy, otro de sus amigos que había ingresado al boliche más tarde y que le respondió al chico de la camisa floreada: “Estamos todos en la misma.”
En esas circunstancias, este testigo contó que junto al chico que hablaba de mala manera había otro más alto, que tomó a Julio del cuello, al tiempo que Tommy se trenzó a piñas con un tercero.
“Yo me alejé, hice tres o cuatros metros y esperé a Julio para ir al baño. Y cuando él aparece me dice que le había dado un par de bofetadas y a Tommy unas piñas”, detalló.
Juancho explicó que salieron del baño tipo 4.40, cuando recibió un llamado a su celular de Leo, quien le dijo que los “patovicas” habían sacado a Francis del boliche y que tanto él como los otros chicos estaban en la calle.
“Nos estábamos yendo con Julio y antes de salir nos cruzamos con Tommy, que tenía u golpe en el pómulo izquierdo, y nos dijo que a los otros chicos también los habían sacado”, añadió.
El testigo refirió que tras esa charla abandonaron el local y cruzaron la avenida hasta la vereda de enfrente donde estaban Francis y sus demás amigos.
“Ahí alcancé a escuchar que Tommy le dijo a Francis ´vos también los provocaste´  haciéndoles caritas y un chistido´, pero Francis lo negó”, dijo y continuó: “En un momento observo que le pegan un golpe en la nuca a Manu, pero no pude advertir quien le pegó porque fue muy rápido. Yo me voy para atrás y veo que a Francis le empiezan a pegar, primero uno y después se armó una pelea”.
Juancho precisó que los agresores eran “al menos cinco”, y que el chico que le pegó primero a Francis llevaba puestos “una remera blanca” y “un pantalón oscuro”.
“Con el golpe lo sentó a Francis. Ahí yo lo veo de rodillas y me meto para tratar de frenar la situación y recibo un golpe de puño en el labio. Mientras otro de los agresores, que tenía una camisa estampada clarita,  golpeaba a Francis en el piso”, señaló.
Sobre este atacante, el testigo refirió que tenía “el cabello corto y lacio, castaño claro,  que vestía unas bermudas” y que le aplicó a la víctima “al menos tres patadas en la mandíbula”.
“Después de eso, Francis ya no respondía. Así que me crucé hacía el local y le pedimos ayuda a los patovicas pero no hicieron nada. Y ahí observo a un muchacho lastimado en la cara que estaba apoyado en la cerca de restaurante lindero al boliche que decía que había sido golpeado por los mismos sujetos”, agregó.
Juancho contó que al cruzar nuevamente hacia la vereda de enfrente encontró a Francis “desvanecido”, en “posición fetal”, y que había “sangre en el piso”.
“Se empezó a llenar de gente. Apareció un hombre que nos prestó mucha ayuda y la policía llegó rápido. La ambulancia fue pedida inmediatamente pero tardó un montón. También vinieron los bomberos y uno de los policías lo puso a Francis boca arriba y le practicó RCP. Mis amigos estaban todos llorando yo me puse a rezar”, recordó.
Juancho declaró que luego de que la ambulancia se llevó a Francis, él se quedó junto a Sebastián, Julio y Lisandro en el lugar del hecho, narrando lo sucedido al personal policial.
Desde allí fueron a la comisaría a hacer la denuncia, en tanto que él llamó a su madre para avisarle lo que había pasado y que hiciera lo propio con los padres de Francis.
Y finalizó diciendo que se enteró de la muerte de Francis cuando sus amigos que habían ido al hospital se presentaron en la seccional.
“Siendo las 8.30 aproximadamente hice una búsqueda por la red social Twitter y encontré que una chica narraba lo que había ocurrido”, concluyó.

Por su parte, Tommy declaró que él ingresó al boliche alrededor de las 3 y que luego de permanecer un rato en el patio trasero exterior se dirigió cerca del escenario, junto a Francis, Manu y otro amigo más.
“Miramos el show y después nos trasladamos hasta la barra, donde había mucha gente, por lo que nos chocábamos entre sí y algunos empujaban. En ese momento veo a dos chicos alterados que nos incitaban a pelear, por lo que los intento calmar y ahí es cuando recibo algunos golpes de puño”, indicó.
Tommy explicó que él se defendió de esas piñas y que a uno de los agresores le dijo: “No sirve pelearnos porque nos van a echar a los dos.”
“El problema no es con vos, es con tu amigo. Lo voy a esperar afuera”, recordó que este chico le dijo aunque no supo si le hacía referencia a Francis o a Manu.
El testigo continuó diciendo que inmediatamente después se cruzó con Juancho, quien le comentó que los “patovicas” habían sacado a Francis, por lo que a los pocos minutos él también salió a la calle y lo vio a Francis con el torso desnudo, ya que se le había roto la camisa, y acompañado de Leo y Santiago.
“Les pregunte qué había pasado y me dijeron que se habían peleado con otros chicos y que todo había empezado por unos empujones debido a que el lugar estaba lleno”, indicó.
También recordó que le dijeron que a Francis lo “incitaron a pelear afuera” aunque aclaró que permanecieron en la vereda sólo para esperar a que saliera del boliche el resto de sus amigos.
“Ahí aparecieron unos sujetos que le pegaron primero a Francis. Le dieron golpes de puños, lo empujaron y tiraron al piso. Yo traté de defenderlo pegándole a algunos de ellos pero a mí también me tiraron al piso, donde me pegaron patadas en la cabeza. Creo que fueron al menos tres los que me agredieron a mí y ocho en total”, detalló.
Tommy señaló que cuando logró levantarse vio a algunos de sus amigos lastimados y a Francis “inconsciente y ensangrentado”, con la cara “muy golpeada”.
“Los agresores ya se habían ido, así que llamé al 911 y conté lo que pasó. Pero recién a los veinte minutos apareció la ambulancia”, sostuvo.
Respecto de los agresores, Tommy dijo que alcanzó a ver que uno de ellos era “robusto, de pelo corto y morocho”, que vestía una “remera blanca de mangas cortas” y “pantalón marrón o bordó”.
Además, declaró que oyó que otro de los atacantes, que tenía una camisa clara, le dijo a Francis: “A ver si pegás ahora negro de mierda.”

En tanto, Leo declaró que él vio desde el VIP como los “patovicas” sacaban a Francis, por lo que con Santiago también salieron del local y se encontraron en la vereda con su amigo y Lisandro.
“Francis fue a comprarse un helado y cuando volvió le pregunté porque tenía la camisa rota y me dijo que le habían pegado a Julio, entonces él se metió a separar pero también le pegaron”, relató.
Según Leo, pasaron “unos diez minutos” cuando aparecieron “entre siete u ocho” chicos “corriendo”, a lo que él trató de calmarlos pero recibió un golpe en el rostro que le produjo una lesión en el ojo derecho.
“En un momento veo a Francis tirado en el piso, pero no veo quien le pegó, estaba inconsciente, apenas se movía, no hablaba y tenía la cara ensangrentada”, recordó.
El testigo agregó que tras la golpiza y la huida de los agresores, la víctima quedó tendida en el suelo y que tanto un policía como una chica intentaron reanimarlo con RCP, al tiempo que la ambulancia tardó casi media hora en llegar.
Sobre las características de los agresores, Leo dijo que sólo pudo ver a quien le pegó a él, que medía 1,80 metros; tenía el pelo corto y oscuro, y una remera blanca con “letras negras”.
“La intención de estos chicos era sólo golpearnos”, sintetizó.

A su vez, Lisandro declaró que cuando él bajó del VIP vio que Francis “estaba en la pista central y un patovica lo agarraba del cuello y lo sacaba porque había una pelea”.
“Salí por la misma puerta de emergencia por la que lo sacaron a Francis y me quedé con él y el resto afuera. Ahí nos cuenta que a Julio le habían pegado una cachetada, por lo que él intentó separar pero también le pegaron. Y que los otros chicos eran como cinco o seis”, relató.
El testigo contó que fue con Francis a comprar un helado hasta un quiosco cercano y que cuando regresaron se encontraron con Julio, Juancho y Tommy.
“De repente vemos que viene un grupo de chicos corriendo a pegarle, más que nada, a Francis. Entre todos le pegan piñas a Francis y él cae al suelo. Entonces tres de ellos le dan patadas en la cabeza y el pecho”, detalló.
“A mí y a mis amigos también nos pegaron pero no con la violencia que golpearon a Francis”, señaló.
Lisandro relató que luego de la golpiza, Francis quedó inconsciente en el piso, con sangre en la cara.
“Un señor que pasó por al lado nuestro nos pidió que dejáramos de golpearlo y le tuvimos que explicar que nosotros éramos los amigos de la víctima”, recordó.
Consultado sobre esos tres jóvenes que atacaron a Francis, el testigo dijo que cree que uno era rubio y tenía una “remera blanca”, otro era “morocho” y que al restante no llegó a verlo bien.

Mientras que Julio declaró que no recuerda en qué momento se separó de Francis dentro del boliche y que él estaba en el VIP cuando decidió ir al baño, para lo cual, debió cruzar la pista central donde había “mucha gente”.
“No se podía caminar, te empujaban. Ahí me lo cruzo a Francis de frente y venía con Tommy. Seguimos caminando y se ve que sin querer empujé a alguien, aunque no fue un empujón sino un choque por la cantidad de gente que había”, relató.
El testigo contó que en ese momento escuchó que alguien gritó de mala manera que dejaran de empujar y, acto seguido, sintió un golpe.
“Me pegan con el brazo por detrás, como un manotazo, y empezaron a gritar. Francis trata de separar y Tommy tiró un manotazo para que dejen de pegar. Entonces, un empleado de la caja nos pide que paremos y llama a los de seguridad, pero nosotros en ningún momento quisimos pelear”, indicó.
Julio explicó que tras ese incidente, él se fue al baño con Juancho y que no supo qué pasó con Francis y Tommy y los ´patovicas´.
“Cuando salgo del baño, Juancho, que me esperaba afuera, me dice que le avisaban por Whatsapp que a Francis lo habían sacado. Así que decidimos salir para ver qué había pasado”, dijo.
En la calle se encontró con Francis, Santiago, Leo, Tommy y algunos más de sus amigos; y que a los pocos minutos apareció el grupo de agresores, a los que no pudo reconocer como los mismos con los que se habían empujado.
“Estos chicos nos empezaron a golpear a todos. Yo recibí un golpe en la boca y otro en un oído, lo que me dejó algo aturdido. Entonces me fui enfrente a buscar a los ´patovicas´ y escucho a uno de ellos que dice ´adentro pegaban de atrás, pero ahora afuera vamos a ver quién gana´”, señaló.
Según Julio, los empleados de seguridad “se quedaron mirando mientras la pelea siguió” y que él alcanzó a ver cómo le pegaban patadas a Francis tirado en el suelo.
Cuando terminó el ataque y la ambulancia trasladó a la víctima, él se quedó con Lisandro y Tommy, con quienes fue caminando hasta la comisaría, donde ya estaban Santiago y Juancho.
“Hablamos con los chicos que estaban en el hospital y nos decían que los médicos estaban atendiendo a Francis. Y al rato que llegó a la comisaría la novia de Francis, que había ido al boliche con una amiga, y nos avisó que había fallecido”, finalizó.

Por último, Manu declaró que él estaba con Tommy en la parte baja del boliche cuando lo vio a este amigo, que iba adelante suyo, involucrado en un tumulto.
“Veo que vuelan manos, no sabía qué pasaba, así que traté de separar a mi amigo del chico que le pegaba, que era rubio, de pelo corto y robusto, con una camisa clara”, detalló.
Este testigo contó que luego siguieron caminando hasta que él sintió “piñas en la espalda” y al darse vuelta advirtió que era el mismo chico que había golpeado a Tommy.
En ese momento, vio a su amigo junto a otro chico “morocho” que quería pelear, por lo que se alejó del lugar.
Luego permaneció unos minutos en el patio trasero exterior, donde se encontró con Juancho, y ambos volvieron a entrar y se cruzaron con Tommy, quien les dijo que los “patovicas” habían sacado a Francis.
“Cuando salimos estaba Francis con el resto de los chicos en la vereda de enfrente al boliche y nos quedamos ahí esperando que salieron los que faltaban. Él estaba contando el motivo por el que lo habían sacado, pero no escuché mucho. Yo estaba mirando hacia la calle cuando viene alguien y me pega una piña en la oreja y el pómulo derechos”, indicó.
Manu explicó que tras el golpe quedó “aturdido”, por lo que cruzó hacia el boliche y después caminó unas dos cuadras hacia el sur porque sentía que lo “querían perseguir”; así que ni siquiera miró para atrás.
“No vi cuántos eran ni que le hicieron al resto de los chicos. Sólo escuché ruidos y golpes. Y cuando me estaba yendo caminando les avisé por Whatsapp a los chicos que estaban adentro del boliche que no estaban pegando afuera”, recordó.
Luego se encontró con otro amigo que no formaba parte del grupo en un local de comidas rápidas cercano y cuando una vez allí recibió un mensaje de uno de los chicos que se había quedado en el lugar de la pelea y que le dijo que Francis estaba inconsciente, por lo que decidió regresar hasta el frente del boliche.
Cuando arribó, la ambulancia ya había trasladado a Francis y sus amigos le contaron lo que había sucedido, tras lo cual, se fue con dos de ellos en remís hasta el hospital.

En contrapartida, los diez acusados se negaron a declarar al ser indagados durante esa misma jornada por la fiscal Zambrano, aunque aclararon que lo harían más adelante, una vez que contaran con un abogado defensor particular; y siguieron detenidos a disposición de la Justicia de Garantías.


Diario de un crimen: 1


Alrededor de las 4.41 de un cálido un sábado de mediados de enero, en pleno de centro de la villa turística y a tan sólo tres cuadras de la playa, dos jóvenes abordaron a un tercero en la vereda de la avenida principal, rodeada de comercios, muchos de ellos aún abiertos a pesar de la hora, y de transeúntes.
Poco antes, los tres habían estado en el interior de un local bailable ubicado de la mano de enfrente, de dónde fueron obligados a retirarse por haber protagonizado una pelea en el lugar.
Martín, vestido con una remera blanca y unos jeans oscuros; y César, quien llevaba puesta una camisa clara y unas bermudas; eran amigos que pasaban junto a otros chicos de su edad sus vacaciones de verano en la villa.
Por su parte, Francis no los había visto nunca antes en toda su vida hasta que se produjo ese altercado en la pista de baile, a partir del cual, ellos fueron retirados por los patovicas por un lado, y él por otro.
Y apenas estuvieron en la vía pública y el personal de seguridad reingresó al boliche, intervinieron efectivos policiales que patrullaban la zona y los disuadieron para que abandonaran la zona en distintas direcciones.
Sin embargo, Martín y César aguardaron en las inmediaciones a que los policías se alejasen –tuvieron que intervenir en otra riña callejera que se producía a la vuelta de la esquina- y durante esa espera acordaron vengarse de Francis por lo ocurrido en la disco, para lo cual contaron con el apoyo de al menos seis de sus amigos: Lucho, Lautaro, Esteban, Bruno, Ariel y Marcos.
Entonces salieron a cazar a su presa y al localizarla minutos después, el ataque comenzó por la espalda y en forma premeditada, en momentos en que Francis se hallaba parado en la vereda junto a sus propios amigos, quiénes también estaban veraneando en la villa.
A su vez, Francis, quien asistía a la Facultad de Derecho y residía en la Capital Federal, había viajado hasta allí sólo por ese fin de semana como invitado especial para pasar unos días en la playa y junto al mar.
Respecto de los agresores, Martín fue quien le propinó a la víctima una serie de golpes de puño en el rostro que la hicieron caer al piso, inconsciente. Y una vez allí tirada e indefensa, le patearon la cabeza, provocándole lesiones corporales, tanto internas como externas.
“Adentro pegaban de atrás, pero ahora afuera vamos a ver quién gana...", exclamó uno de los atacantes que superaban en número al grupo de Francis, quien se vio rodeado e imposibilitado de defenderse por sí solo y también de que sus amigos lo hiciesen por él.
“A ver si pegás ahora, ¡negro de mierda!", bramó otro de los agresores.
A su vez, quiénes acompañaban a la víctima también sufrieron lesiones corporales como consecuencia de los golpes.
Tras el ataque, los agresores escaparon del lugar a la carrera por la avenida y hacia el norte de la villa, mientras que la víctima quedó tendida en el suelo, junto a uno de los autos estacionados y sus amigos intentaban auxiliarlo; al tiempo que otros testigos filmaban la escena con sus smartphones y reproducían las imágenes por las redes sociales.
Enseguida arribó al lugar del hecho un oficial de Policía que advirtió que la víctima tenía sangre en la nariz y el torso desnudo ya que se le había roto la camisa.
Tanto este policía como un par de civiles trataron de reanimar a Francis, y cuando la ambulancia arribó al menos veinte minutos después, los médicos decidieron trasladarlo hasta el hospital local, donde finalmente se constató su fallecimiento.
Posteriormente, los forenses determinarían que el joven estudiante murió inmediatamente después de ser atacado a golpes, a causa de un shock neurogénico debido a un traumatismo grave de cráneo.
Por otro lado, el personal de la comisaría 1ra. inició la investigación y se entrevistó con los testigos presenciales, entre ellos los amigos de Francis, y también con la encargada de la recepción de un hotel ubicado a una cuadra del boliche, en la esquina de la avenida principal y una calle que se adentraba en el pinar de la villa.
Esta mujer contó que cerca de las 5 vio a un grupo de jóvenes, a los que describió con prendas de vestir similares a las señaladas por los testigos presenciales de la agresión, pasar corriendo por enfrente del hotel hasta un supermercado situado a unos 50 metros, en dirección al pinar.
Los pesquisas se trasladaron hasta el mencionado comercio y constataron con el vigilador del mismo que había una cámara de seguridad que registró el paso de los sospechosos que vio la encargada del alojamiento.
En esa grabación se pudo observar a César limpiarse las manos en su remera y luego lamerse los dedos presuntamente manchados con sangre.
En base a éste y otros elementos aportados por los testigos y por las imágenes de otras cámaras de seguridad como las del boliche, los policías localizaron la vivienda que alquilaban los agresores, ubicada unos 100 metros hacia el interior del pinar, y por orden de la Fiscalía de turno, alrededor de las 10 allanaron el inmueble y detuvieron a los diez amigos, algunos de los cuales ya habían abandonado el inmueble a pie y fueron interceptados en las proximidades del mismo.
Durante ese procedimiento, los peritos secuestraron los teléfonos celulares de los sospechosos, una gran cantidad de ropa y calzado para someterlos a posteriores análisis en busca de pruebas, y dos vehículos particulares, propiedad de Martín y Marcos, a bordo de los cuales los amigos, todos ellos jugadores de rugby, habían viajado días antes desde el norte de la provincia donde se domiciliaban.
Además, los médicos revisaron a los aprehendidos establecieron a simple vista que Martín tenía un presunto tejido hemático en su mano derecha, Esteban un hematoma en el labio superior, Lucho escoriaciones en cuello y axila izquierda, Lautaro escoriaciones en la axila derecha, y Ariel también escoriaciones en cuello y mano izquierda.
El fiscal entendió que esos eran signos de que había participado de una agresión física, por lo que avaló la actuación policial y convalidó las aprehensiones por el delito de “homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas, el cual prevé la pena de prisión perpetua.