NO FUERON LOS CANGREJOS VII


VII

Debido al estado en el que se hallaron los restos presuntamente de Fernando, los mismos fueron trasladados a la Capital Federal para posteriormente ser sometidos a una autopsia a cargo de los peritos más reconocidos del país y bajo procedimientos sumamente avanzados.
Por ello, la diligencia recién comenzó diez días después del hallazgo, con 15 expertos que analizaron los restos durante doce horas, al cabo de las cuáles informaron que los resultados iban a estar listos dentro de un mes, aproximadamente.
Mientras tanto, los investigadores tomaron muestras de material genético para cotejarlo con el ADN de Catalina y así confirmar la identidad de la víctima lo antes posible.
A comienzos de septiembre, la cuestionada jueza Marrone emitió un escueto comunicado de prensa en el que confirmó que los peritajes genéticos a cargo de los expertos en Antropología Forense confirmaban que los restos encontrados en el cangrejal pertenecían a Fernando.
Recién entonces, la familia del joven organizó una inhumación en el cementerio municipal del Fortín, en el que se llevó a cabo una breve ceremonia de la que participaron sólo los parientes más cercanos y amigos de Fernando, que prefirieron no realizar ninguna declaración pública y despedirlo en silencio.
Ya habría tiempo para retomar el reclamo de justicia y fue Catalina quien una semana después de la inhumación de su hijo viajó a la Capital para declarar como testigo ante los fiscales Albert y Hurt, ante quienes hizo un relato pormenorizado de lo ocurrido desde el momento en que denunció la desaparición de Fernando hasta que encontró el cadáver, y también reiteró sus críticas contra el accionar de la Policía provincial y el fiscal Menéndez.
La clave para esclarecer el caso pasaba por entonces en los resultados de la autopsia, los cuales iban a establecer la data y la mecánica de la muerte, entre otras cuestiones.
Sin embargo, la pesquisa no se centraba solamente en ese peritaje sino que continuó con distintas diligencias dispuestas por los nuevos fiscales, aunque en reiteradas ocasiones chocaron con la postura de la magistrada que seguía a cargo del expediente.
Casi un mes después del hallazgo del cadáver de Fernando, otro pescador de Cuatreros que recorría el cangrejal encontró una mochila a pocos metros del sitio en el que había sido localizados los restos de la víctima y al advertir que en el interior de la misma estaba la licencia de conducir de la víctima la entregó inmediatamente a la Policía Nacional.
Además de esa licencia, los investigadores hallaron dos teléfonos celulares deteriorados y sin chip, y una muda de ropa que presentaba daños, por lo que estos elementos fueron sometidos a distintos peritajes para determinar si se correspondían con la biodiversidad del lugar, las condiciones climáticas y/o la acción de otras personas.
Y entre esa ropa, los investigadores identificaron el mismo pantalón oscuro que vestía Fernando al momento de ser fotografiado de espaldas y junto al patrullero en Jakov, cuando había sido interceptado por Suárez y Contreras. 
Todos estos objetos fueron reconocidos por Catalina, mientras que los pesquisas continuaban buscando el DNI de Fernando, el cual, curiosamente, había sido utilizado días después de su desaparición de dar de alta dos líneas de telefonía celular.
Por ello, los expertos del Cuerpo de Investigaciones Judiciales de la Procuración iniciaron un estudio mediante la técnica “chip-off” para extraer la mayor información posible de los celulares encontrados adentro de la mochila y determinar si, a su vez, habían sido utilizados con esas dos líneas abiertas vaya a saber por quién, dado que en ese momento el titular del documento estaba supuestamente desaparecido.

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