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Las pruebas del debate

El primer testigo que compareció ante el Tribunal fue la propia Marta, quien tras declarar por la mañana permaneció el resto de esa audiencia inicial en la puerta del edificio judicial manifestando en reclamo de Justicia para su hijo.
“Sólo quiero que todo el peso de la ley caiga sobre estos cuatro delincuentes. Exijo que tengan la reclusión perpetua”, indicó la mujer, con una fotografía de lucas en sus manos, ante los periodistas que cubrían el juicio.
En esa oportunidad, Marta, quien estuvo acompañada de otras madres de víctimas de la inseguridad, reveló que “Chiru” había participado de las primera marchas por Lucas antes de ser detenida por la policía.
Durante esa primera jornada, la defensa de la imputada reclamó la nulidad de la declaración indagatoria que esta prestó durante la etapa de instrucción, en la que dio detalles sobre cómo había sido el crimen y en la que involucraba a sus presuntos cómplices.
Sin embargo, el Tribunal rechazó ese pedido y el debate prosiguió con el testimonio de otros 14 testigos, entre ellos el de los peritos balísticos que sostuvieron que el asesinato de Lucas fue “a sangre fría”.
Marta tuvo que soportar en aquella jornada inicial el relato científico de la muerte de su hijo y, como si fuera poco, debió tolerar que “Tato” se burlara de ella dentro del recinto.
En una audiencia posterior, la hermana del imputado declaró como testigo y trató de demostrar que el joven no tenía relación con el hecho.
La muchacha sostuvo que la noche en que ocurrió el asesinato de Lucas su hermano estuvo con ella, aunque su coartada comenzó a desmoronarse cuando trastabilló en su relato al responder sobre detalles de esa jornada.
Fue tan pobre su declaración que la querella analizaron la posibilidad de acusar a la mujer por falso testimonio.
También declaró un testigo que en la instrucción lo había hecho bajo identidad reservada, que volvió a ratificar sus dichos al sostener que se había enterado del hecho por dichos de los mismos acusados.
En las audiencias siguientes se vio aún más comprometida, la situación de los cuatro imputados. Fueron un perito balístico y un testigo propuesto por la defensa los que derrumbaron la coartada de cada uno de ellos.
Un experto en balística de la Asesoría Pericial de la Suprema Corte de Justicia bonaerense sostuvo que dio positivo el cotejo del plomo extraído del cráneo de la víctima y del hallado en el interior del automóvil de Lucas con los disparados por la pistola calibre 9 milímetros y el revólver 38 secuestrados a uno de los imputados.
A su turno, el testigo propuesto por la defensa sostuvo que momentos antes de ser asesinado Lucas estuvo hablando unos 15 minutos en la vía pública con uno de los acusados para organizar un partido de fútbol en una cancha del barrio durante una “noche que estaba fresquita”.
Sin embargo, en el expediente constaba que al momento del crimen, en la zona sur del Gran Buenos Aires se desató un fuerte temporal de lluvia y viento por lo que era prácticamente era imposible que dos personas se detuvieran a charlar en medio de la noche y al aire libre con un clima así.
De esta manera, la intención de la defensa de situar a por lo menos tres de los imputados en otro lugar al momento de ocurrido el asesinato fue inútil.
El primer acusado en hablar fue “Trapito”, quien aseguró ante el Tribunal que no había participado en el crimen de Lucas y que no era un delincuente.
Sólo admitió que una sola vez había asaltado un quiosco con una réplica de un arma pero para “probar suerte”, aunque finalmente se dio cuenta de que eso no era para él.
Hasta este momento la defensa de los imputados sólo había propuesto como testigos a familiares directos de éstos para intentar demostrar que no eran una banda de delincuentes.
Pero los testimonios de estas personas fueron prácticamente inválidos ya que los abogados los propusieron con la sola condición de que no les repreguntaran.
Tal como sucedió con la hermana de “Tato”, los relatos de estos testigos estuvieron plagados de dudas y contradicciones.
Por su parte, la querella creía que de acuerdo a las declaraciones escuchadas en las audiencias y a las pruebas presentadas se encontraban acreditados los elementos necesarios para pedir condena de reclusión perpetua en orden al robo agravado por uso de armas en grado de tentativa en concurso real con homicidio criminis causa.
En los primeros días de octubre se realizaron los alegatos en los que, tal como se había anticipado, la fiscalía y la querella pidieron duras penas para los cuatros acusados.
La fiscalía solicitó que se condene a prisión perpetua por el delito de “homicidio criminis causa” a “Chiru”, “Tato” y “Trapio”, mientras que pidió la reclusión perpetua para “Cepillo”, por ser reincidente.
La querella también solicitó que se condene a los imputados por el mismo delito y, además, pidió que se los aplique la reclusión perpetua ya que consideró que dada la gravedad del hecho corresponde la máxima pena que establece el Código Penal.
En tanto, los defensores de los acusados plantearon distintas causales de nulidad cometidas durante la etapa instrucción y solicitaron las absoluciones de sus clientes.
Esto generó algunos disturbios menores entre los familiares de los acusados y los de Lucas, por lo que el Tribunal ordenó desalojarl sala de audiencias para continuar con los alegatos.
La defensa era consciente de que la absolución era prácticamente un imposible por lo que, subsidiariamente, pidieron una condena por el delito de homicidio en ocasión de robo, que prevé penas de entre 8 y 25 años solamente.

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