“Una lección de practicidad”, tituló La Nación al día siguiente del partido. “Categórica victoria del equipo que mostró un fútbol superior, menos vistoso, pero siempre fácil y contundente”, sostenía la crónica, que criticó duramente al equipo argentino al que describió como “mentalmente lento y físicamente aventajado”.
Mientras tanto, la prensa británica resaltaba el rendimiento del equipo. “Fue el mejor partido de los últimos 12 meses”, publicó The Buenos Aires Herald el día después del triunfo británico. Tras el encuentro Winterbotton ya no era el mismo que cuando había perdido con Hungría. “Estoy muy contento y creo que el resultado es justo”, dijo el inglés y agregó: “Mis muchachos jugaron un buen partido”.
Argentina se vio claramente superada por Inglaterra en lo que a los aspectos tácticos respecta. Si bien Lorenzo mantuvo el 4-2-4 que siempre optó por utilizar, no eligió a los jugadores mejor capacitados para cumplir las funciones que él quería. Evidentemente, existía un gran desconocimiento a cerca de los jugadores británicos, en particular, y europeos en general, así también como del propio plantel.
A pesar de los esfuerzos de Cap y Rattín, colocados en posiciones incómodas para ellos, los ingleses basaron su triunfo explotando el sector izquierdo de su ataque. Los generadores de fútbol del equipo europeo encontraron sus espacios en la pasividad de Oleniak. El wing derecho argentino no tomó las marcas de la salida inglesa por su sector, entonces Greaves y Charlton tomaban la pelota con el suficiente tiempo para dejar en el camino a Rattín y Cap en base a su velocidad.
En definitiva, salvo los primeros treinta minutos de juego cuando Argentina tuvo un par de chances con remates de media distancia de Sacchi, Inglaterra fue dominadora del partido gracias a su practicidad y simpleza.
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