IV

Asesinos íntimos
Tras el crimen Mariños, los investigadores policiales y judiciales, inmediatamente, pusieron la lupa sobre la relación que hubo entre la víctima y el “Cholo” Soto. Una de las hipótesis, apuntaba a que el móvil del crimen había sido las disputas personales, laborales y económicas entre ambos.
Otra de las pistas firmes, en cambio, era la de una venganza por un problema pasional y, en ese sentido, se especulaba con que la víctima mantenía una relación amorosa con una pareja de Soto.
Tras tareas investigativas, detectives de la policía bonaerense detuvieron en septiembre de 1997 al “Tortuga”, un hombre de nacionalidad peruana que se desempeñaba como chofer del “Cholo”.
El “Tortuga” fue apresado en una vivienda de Alejandro Korn, misma localidad donde Mariños había aparecido asesinado, y al ser trasladado a sede policial confesó haber sido uno de los homicidas del cantante bailantero.
Según la policía, en esa confesión, el sospechoso declaró que también había participado del crimen un hombre apodado “El Polaco”, otro conocido como “El Zapatero” y una mujer de nombre “Susana”, quien fue la que engañó y entregó a la víctima.
Tres semanas después de la detención del “Tortuga”, la policía apresó a “El Polaco”, en una casa de Dock Sud, donde la propia víctima había vivido en alguna ocasión.
De acuerdo a la pesquisa de la policía de la provincia de Buenos Aires, el sospechoso también era empelado de Soto.
Luego de estas dos detenciones, la Justicia ordenó la captura nacional e internacional del “Cholo”, quien ya había desaparecido desde poco después de cometido el crimen de Mariños.
Para los investigadores, Soto era el autor intelectual del crimen, el instigador, mientras que “El Polaco” y “El Cholo” eran los autores materiales del asesinato, los que efectuaron los disparos.
En octubre, estos dos sospechosos quedaron procesados con prisión preventiva y llegarían al juicio dentro de la cárcel.

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